sábado, 17 de marzo de 2012

El alcalde está que trina


El alcalde está que trina
-Un día en el Twitter de Petro-

Era 14 de marzo, llovía y no me había levantado con espíritu espartano, por eso no salí a tentar el destino en las infernales calles de Bogotá. Resolví pasar el día con Petro en línea, a ver de qué va eso de la “twitocracia”. Desde muy temprano me instalé en su cuenta, dispuesta a descifrar el enigma: nuestro burgomaestre ha dicho que está inaugurando el gobierno 2.0, cuota inicial del poder 3.0…  Por eso defiende encanizadamente el uso del pajarito para comunicarse con la ciudadanía.

El Twitter de Petro es más emocionante que el de otros, porque se desplaza siempre en una línea de vértigo marcada por la controversia. Los ataques, los insultos, son frecuentes. A palabras necias, el alcalde contrapone a veces razonamientos gelatinosos: “todo aquel q intente cambiar las cosas recibirá ataques y serán brutales. Esa es la importancia de fortalecer la política del amor”. Otras veces emerge su faceta pragmática y entonces responde echando mano de la evidencia: “todos los indicadores del sector de la séptima peatonalizada son positivos.”

Unos le dan consejos, otros le hacen propuestas, algunos más le echan vainazos: “No se le olvide tuitearnos cada pensamiento, supremo intérprete incontestable de la voluntad popular”. Y no falta, como nunca falta, el áulico: “me da mucha tristeza que te hayan dejado solo capoteando, la situacion de Bogota y que solo critiquen y no aporten ideas buena”.

En la mañana, uno de los temas frecuente es el uso del estadio para hacer conciertos. “Por que el cambio de postura respecto al prestamo del estadio el campin”, pregunta un twitero. El usuario se refiere al reciente anuncio de un concierto en el Campín, luego de que en campaña Petro se había opuesto al préstamo del estadio para esos espectáculos. “Porque hay una ley que lo ordena. El alcalde debe cumplir la ley.”, contesta el Alcalde. No apunta a lo central del interrogante: “¿por qué el cambio?” La duda queda flotando. Tal vez por eso, varias horas después, otro usuario vuelve sobre lo mismo: “lo que no entiendo, es por en campaña aseveraste cosas, sin el conocimiento de las leyes?”… El círculo vicioso de la incomunicación… En realidad, la “Ley de Espectáculos” no existía durante la campaña pero ahora fue sancionada y los mandatarios locales deben cumplirla. Sin embargo, ese 14 de marzo, jamás el Alcalde aclaró ese punto.

A esas alturas me lanzo a trinarle a Petro: “Alcalde, por favor dígame cuántos trinos recibe diariamente en su cuenta. Estoy haciendo una crónica sobre el tema.” Silencio. No soy la única periodista que lo interpela. Dos más están desde temprano a la cacería de una entrevista o una declaración para pequeños medios de comunicación. Pero el alcalde sólo le responde a Gustavo Gómez, el mismo que una o dos semanas antes tuvo que retractarse por una noticia falsa sobre Petro. Me sorprende. Por eso le lanzo mi segundo trino: “Alcalde, ¿con qué criterio escoge usted los trinos a los que responde?” Silencio. Insisto, pero nada.

En los raticos en los que la cuenta está pasiva, aprovecho para mirar el cuento del “Gobierno 2.0” o sea, aquel en el que “la ciudadanía tiene interacción directa con sus gobernantes”. Parto de la idea de que ese concepto cobija a toda la administración distrital. Así que entro al Twitter de la Alcaldía y trino al azar, sobre un tema que considero suficientemente importante: “¿A dónde debo acudir para recibir atención por violencia intrafamiliar?”. Han pasado tres días y todavía no recibo respuesta. Sin embargo un solo caso no significa nada. Por eso continúo. Entro al chat de la línea 195 y descubro un atractivo anuncio: Operadores en línea ahora”. Ingreso a las 8, 10 y 11 de la mañana. Y a las 2, 3, 4 y 5 de la tarde. Siempre encuentro el mismo mensaje: Estimado usuario nuestro servicio en línea esta disponible de 7:00am a 8:00pm de Domingo a Domingo.”… Pero ni chat, ni funcionarios en línea, ni nada.  Sólo el avisito.

No quiero ser injusta; “puede que la página de la Alcaldía esté en construcción todavía”, me digo. Entonces busco otra web. Elijo la de “Integración social”: por el nombre hay buenas posibilidades de encontrar “Gobierno 2.0” allí. Aparece un llamativo enlace: “Comisaría en línea”. Entro. Un formulario y algunas salvedades: el funcionario que me atendería no podría resolver mi queja, pero sí tomaría nota y eventualmente me remitiría a la dependencia pertinente. Acepto. Aparece una nueva ventana con esta leyenda: “Comisario @ 16:34 : Hola en unos momentos el comisario le ayudara”. En verdad es una leyenda, porque paso la siguiente hora esperando y nadie me atiende. Transcurrido ese lapso aparece nada más y nada menos que una “Encuesta de satisfacción”. La lleno con mi insatisfacción y al enviarla, me bloquea.  Navego algunas páginas más, la personería, el IDPAC…  Y entonces me doy cuenta: no tenemos “Gobierno 2.0”, sino “Alcalde 2.0”.

Mientras tanto, en la cuenta de Petro todo se desenvuelve dentro de la normalidad de la red: prima la trivialidad, con alguno que otro apunte  lúcido y peregrino. Sin embargo, pasado el medio día, el alcalde hace un anuncio tan contundente como enigmático: “El alcalde local de Mártires se va. Esa no es la Bogotá Humana.” Varios usuarios lo increpan por el despido vía twitter, mientras otros lo vitorean. Una usuaria le dice: “Tampoco es humano despedir por esta via. Hay que dar ejemplo de respeto.” Petro le sale al paso: “nadie despide. El periodo termino, y simplemente se escoge nuevo alcalde de la terna enviada por la Jal.” Más tarde, frente a sucesivos cuestionamientos sobre el mismo tema, agrega: “se va no significa destituido. No confundas.” No parece haber lógica en todo esto. Cuando el Alcalde anunció que el funcionario se iba, añadió lo que parecía ser una razón para ello: “esa no es la Bogotá Humana”. Por supuesto, parecía un despido. No hubo una sola persona en ese momento, ni entre los seguidores, ni entre los detractores, que lo hubiera entendido de otra manera. Pero las nuevas afirmaciones de Petro cambian por completo la idea. ¿De qué dudar? ¿De la percepción mía y la de los demás twitteros? ¿O del buen criterio de Petro? ¿Nos equivocamos todos en la interpretación del mensaje? ¿O el alcalde dijo, se dio cuenta de que la embarró y se salió por la tangente? Qué engañosa es la comunicación en 140 caracteres…

En ese momento muchos acuden a la prensa. “lo dice @elespectador no yo: "Petro destituyó al Alcalde menor de la localidad de Los Martires" dice. y sí ¿Qué significa?” El alcalde responde: “que se equivocaron, no es la primera vez.”  El alcalde nos pone a elegir entre la prensa y él… Se suma a los muchos gobernantes que nos han puesto enesa dicotomía… ¿A quién creerle, por Dios?... 

La gente sigue preguntando, sigue increpando. Alguien habla de Transmilenio, de la Empresa de Energía y Petro le toma la palabra. Cambia de tema. Pero el asunto del alcalde despedido no deja de retornar. Petro evade el punto. Se concentra en enviar cápsulas sobre lo que piensa de los habitantes de la calle y sus políticas al respecto. Insisto con mis preguntas. El Alcalde no me responde. Ahora está enviando enlaces de artículos de prensa que hablan sobre él. Me siento como en una larga fila frente a una ventanilla, mientras el funcionario que atiende se pone a hablar por teléfono.

El día termina con la noticia, publicada por la prensa y no a través del Twitter de Petro, de que Carlos Gustavo Puche, nombrado director del IDRD por el alcalde, renunciaba a ese cargo. Un usuario pregunta: “Carlos Gustavo Puche dice que no aceptó el IDRD porque no lo conoce, no es progresista ni participó en su campaña. Es cierto?” Petro responde lacónicamente: “me dijo otra cosa”. Vaya uno a saber qué fue la “otra cosa”. Queda flotando la insinuación de que Puche ha mentido. Sin embargo, pocos minutos después el mismo alcalde asevera: “Un hombre íntegro.” y remite a la entrevista de El Espectador en la que Puche dice, efectivamente, que no conocía a Petro, no es progresista, etc.  ¿En cuál de los dos trinos debo creer? ¿El que insinúa que Puche dijo una cosa y después otra? ¿O en el del “hombre íntegro”?

“Señor Alcalde, ¿con qué criterio elige los trinos a los que les responde?”, vuelvo a preguntar. Pero ya son más de las once de la noche y el insistente silencio en la cuenta me da a entender que el Alcalde se ha ido a descansar. Yo termino mi día sumergida en un desvelo incómodo.

Pienso en la engañosa democracia de doble vía a través del Twitter. En realidad, la interacción, el tú-a-tú que tanto defiende el Alcalde, sólo se concreta si Petro quiere. Él decide unilateralmente qué mensajes leer, qué mensajes contestar y de qué temas hablar. Y, por lo menos para mí, el criterio para esa decisión sigue siendo un misterio. Eso sin contar con que a las redes sociales virtuales sólo accede un ínfimo número de ciudadanos y eso las convierte en un espacio excluyente. “Segregacionista”, diría el Alcalde.

Petro encontró una ciudad crispada por los desafueros de la pasada administración y el virtual colapso de la movilidad y la seguridad en las calles. Encontró también una oposición en plena efervescencia: contra todos los pronósticos fue el progresista quien ganó las elecciones y no se lo perdonarían fácilmente. Por eso mucho antes de posesionarse emprendieron contra él una crítica feroz, que para cualquier observador más o menos neutral es evidentemente malintencionada: se exagera desproporcionadamente cualquier error que cometa y se minimizan mezquinamente sus aciertos.

En ese inhóspito territorio, el Alcalde hace una apuesta interesante y riesgosa: atrincherarse en su Twitter para contener desde allí el impacto de las informaciones tendenciosas. Pero Petro no se ha hecho fuerte en su trinchera. Al contrario, se percibe cercado, digamos “enrocado”, ajedrecísticamente hablando, en una estrategia defensiva pobre. No es claro el uso que le da a su cuenta: auto-propaganda, debate, información, gobierno. Parece un Twitter multimodal y a la vez parece nada. Ese estilo de comunicación tiene poco o ningún impacto en la opinión pública, excepto por el eco que de sus trinos hacen los medios de comunicación tradicionales. La red social no muestra tener la fuerza suficiente para ofrecerle una información alternativa y directa al ciudadano. Y mucho menos se convierte en el medio para aclarar las confusiones originadas en la desinformación. A lo largo del día había podido observar más bien lo contrario.

Salvo en una ocasión, el pajarito ha jugado para el equipo antipetrista. Lo que el alcalde ha dicho y dejado de decir se ha usado en su contra. Es más: lo mantienen dando explicaciones, haciendo aclaraciones, precisando malentendidos. Pero la palabra final la dan los medios (lo cual, dicho sea de paso, es sano para la democracia). Sus opositores lo mantienen ahí: enrocado, atrincherado. 

No se puede cambiar la tradición del uso de medios de la gente porque sí. Tal vez en países en donde el uso de las redes es generalizado, un estilo como el de Petro cumpla con las finalidades del Gobierno 2.0. Pero en Colombia todavía falta mucho para eso. Twitter ayuda, pero no puede ser el foco de comunicación del gobernante. No en una coyuntura de crisis. No como sustituto de todo el patrimonio comunicacional de la ciudad. No como una isla personal y sin aplicación en otras dependencias de la Alcaldía. Si hay algo cardinal para generar una atmósfera de confianza es la información clara, suficiente, amplia. Amplia, muy amplia. Y muy clara. En una palabra: clásica. En este punto, POR AHORA, Bogotá necesita mucho más un gobierno 1.0. Primero la primaria.