Por: Edith Sánchez
Fíjese cómo es la vida: el
niño iba a nacer normal. Pero un carro
me atropelló cuando yo tenía cinco meses de embarazo; al bebé se le desprendió
parte de su cerebro y nació un mes después del accidente. Yo me lo llevé para la casa y unas semanas más
tarde se puso muy malito: le dio una
fiebre que no se bajaba con nada y le empezaron unas convulsiones tremendas. Cuando tenía 4 meses, los médicos le
diagnosticaron meningitis y ahí me tocó hospitalizarlo. Sin embargo, el niño seguía demasiado enfermo;
le hicieron de todo, le sacaron líquido cefalorraquídeo, lo mantenían
intubado… Me decían que el mayor riesgo
era que se muriera, o que quedara paralítico o con un retardo mental… Después de un tiempito, ya los médicos lo
desahuciaron porque en vez de mejorar, se puso peor; el médico me dijo: “Mira Luz Marina, tu hijo ya ha estado
conectado siete meses; yo creo que ya es hora de desconectarlo, y que sea lo
que Dios quiera”. Yo di mi autorización
y entonces le quitaron todos esos tubos y yo me lo llevé otra vez para la casa.
Ahí
ocurrió un milagro. Imagínese que llamó
un hermano mío de Villavicencio y me dijo que llevara al niño allá, porque
había una doctora muy buena que de pronto podía curarlo; que ya era lo último
que íbamos a hacer por ese bebé. Yo viajé
y cuando la doctora valoró al niño me dijo que, efectivamente, le quedaba muy
poco tiempo de vida. Luego me mandó
comprar cinco inyecciones, las mezcló todas y le aplicó eso. Después me dijo: “Salga y vamos a ver qué
efecto tiene la droga, a ver si el niño reacciona”. Yo salí, con el alma en la mano, y como a la
media hora me llamó para decirme: “Luz Marina, te felicito. Tu niño tiene muchas ganas de vivir. Mira, ya hasta abrió los ojos”. Ahí fue cuando yo le vi por primera vez los
ojos a él y me di cuenta de que eran azules… antes no había abierto los ojitos[i].
Después
la doctora le formuló unas vitaminas especiales que se tenían que traer de
Estados Unidos y me dijo que sólo podía darle de comer lo que ella me ordenara. El niño comenzó a normalizarse, se fue
engordando y ya a los dos meses tenía un peso normal. Pero mi hijo quedó con una discapacidad
cognitiva, un retardo, y también con un problema en el lado derecho del cuerpo,
no tenía fuerza ni en la mano, ni en la pierna; por eso le ordenaron unas
terapias físicas y del lenguaje. Con ese
tratamiento, por ahí a los 14 meses caminó, pero le costaba mucho. La doctora me dijo que tranquila, que con el
tiempo él podía construir sus propias defensas y desarrollar fuerza en esa
mitad del cuerpo que tenía malita.
A mí me
tocó sola todo ese tiempo, porque mi esposo, Carlos Porras, trabaja manejando
una mula y él se puede decir que nunca está en la casa; siempre está
viajando. Es un hombre muy responsable con
sus obligaciones económicas, es muy especial, pero no se mete mucho en las
cosas del hogar por su trabajo; entonces a mí me ha tocado de papá y mamá con
mis hijos.
Al niño
le puse de nombre FAIR LEONARDO porque siempre me han gustado los nombres
raros. Vea que mi hijo el mayor se llama
John Smith, y mis hijas, que son menores, una se llama Dolly Catherine y la
otra Liz Caroline; mi nieta se llama Aisha Daniela… me gustan los nombres así, que no sean
comunes. Pero a Fair Leonardo nadie le
decía ni Fair, ni Leonardo, sino que todo el mundo lo llamaba “Gringo”, por lo
que era monito de ojos azules.
Tuve
muchos problemas con mi hijo mayor, con John Smith, porque él quería todo el
tiempo que bañarlo, que vestirlo, que amarrarle los zapatos… lo sobreprotegía mucho. Me tocó hablar con él y decirle que no
hiciera eso, que lo dejara solo, que lo estaba obstaculizando para que fuera
independiente y seguro de sí mismo.
Claro que de todas maneras, uno con un niño así tiene que estar muy
pendiente, pero yo desde un comienzo traté de enseñarle a que se defendiera por
sí solo.
Fair
Leonardo era, en cierto modo, muy travieso.
Mire que yo trabajaba vendiendo mercancía a crédito y una navidad me lo
llevé para San Victorino; él tenía como dos años. Y resulta que subimos a un edificio, un
noveno piso, cuando de pronto fue que yo volteé a mirar y ya no lo vi. Le cuento que casi me vuelvo loca. Yo bajé y no sabía qué hacer, porque había
demasiada gente en todos lados; yo veía a todo el mundo caminando como hormigas,
de aquí para allá… fue desesperante ver
esa multitud de gente. Entonces yo
caminé y me metí como por un callejón y de pronto fue que lo vi en una tienda
con un puñado de tapitas de cerveza, acomodándolas, como formando una
torrecita… Pero eso fue horrible para
mí, casi me muero del susto ese día.
Él no
era como los demás niños, no le gustaban los juegos de fútbol, ni la televisión,
ni nada de eso. Lo que sí le fascinaba
era el basquetbol, pero nada más. No
tenía juguetes especiales. Sólo un
muñeco que una amiga mía le trajo de Alemania.
Era un ratón, y una vez se le rompió un bracito; y como mi esposo tiene
un hermano que le falta un brazo y le dicen “el mocho”, entonces él le puso a
ese muñeco “mi tío Luis, el mochito”.
Para él, ese ratón era su tío. Pero
en realidad, Fair Leonardo se sentía a gusto era estando con la gente adulta. Desde pequeño se iba a ayudarles a los de la
Junta de Acción Comunal a pegar afiches, a repartir volantes, o camisetas, o
esas cosas. Se la pasaba con gente
mayor, siempre quería estar en las conversaciones de los adultos…
A mí el
pediatra me dijo que no le pusiéramos mucho cuidado a la discapacidad de él,
que lo metiera a un colegio común y corriente a ver qué lográbamos con
eso. Y así lo hice. Lo matriculé en pre-kínder y eso fue un
problema porque a la profesora le pareció muy lindo, y se la pasaba con el niño
alzado dictando clase; y él todo el día durmiendo en los brazos de la
profesora. Ella se cansaba y lo mandaba
para otro curso… Allá duró dos años, pero no logramos nada, no se hizo nada.
Ya
después de eso yo le busqué un colegio de educación especial, pero en ese
momento yo no tuve ninguna asesoría y lo puse en un colegio que era sobre todo para
niños con Síndrome de Down. Entonces el
problema fue que él entró allá y empezó como a imitar a los compañeritos; él
comenzó a moverse así, a balancearse cuando estaba de pies, dejaba que se le
escurrieran las babas… Hasta que un día yo
le dije:
-¿Por
qué así, papito?
-Mami,
es que así hace mi amigo -me contestó
él.
-No, mi
amor, pero es que tú no eres como tu amigo..
-Bueno,
mami, no lo vuelvo a hacer.
Ése no
era un colegio adecuado para él y Fair Leonardo comenzó a aburrirse porque le
tocaba estar pendiente de los otros niños, llevarlos al baño y todo eso. Entonces un día él me dijo:
-Mami,
no gaste más plata conmigo. Yo no voy a
aprender a leer ni a escribir.
-Pero,
¿por qué no? Tú eres un niño muy
inteligente…
-No
mami, allá en ese colegio los niños rompen todo y me echan la culpa a mí, y yo
no hago nada. Entonces no mami, dejemos
así, no más colegio.[ii]
Ya el
niño se quedó en la casa. Y con él no
tuve mayores problemas. El único
problema es que un niño así es demasiado indefenso, demasiado inocente.
Una vez
él estaba con el hermano, con John Smith y de pronto yo miré y dije “¿Dónde
está “Gringo”?”, porque no lo vi por ahí.
Comenzamos a buscarlo y no lo encontramos por ninguna parte. De pronto,
yo iba a servirle el jugo del almuerzo a mi hermano, que estaba de visita, y
abrí la nevera… y cómo le parece que ahí
estaba Fair Leonardo, adentro de la nevera.
Se había puesto dos sacos, de esos saquitos ecuatorianos, y estaba así,
acurrucado, con la cara hacia el congelador, viendo cómo le caía esa nevadita
en la cara. Yo en esa época estaba
embarazada de mi tercera hija y yo sentía que esa niña me daba vueltas en el
estómago, de tanta angustia que yo tenía.[iii]
Otra
vez, cuando “Gringo” tenía como once años, mi hermano se lo llevó para San
Victorino porque tenía que comprar una olla express
y dos cucharones. Mi hermano se agachó
por ahí a escoger las cosas y cuando volteó a mirar ya no vio al niño. Pero mire que mi Dios es muy grande. El niño llegó solo a la casa como a las 4 de
la tarde. Yo le dije “¿Y su tío?” Dijo:
“No, mi tío se me perdió, entonces yo me vine”. Entonces eso pasó así, cuando ya como a la
una de la mañana, mi hermano llegó a la casa llorando, desesperado, y me
dijo:
-Ay
Marina, yo tengo que decirle algo, pero no sé cómo decirle…
-¿Qué
pasó?
-Marina,
“Gringo” se me perdió. Yo no sé cómo pasó
eso, fue en un momentico. Empecé a buscarlo, a buscarlo, a buscarlo… fui al CAI y puse el denuncio y toda esa
policía me ayudó a buscarlo por la Jiménez, por la Décima, por todo lado, pero
no lo encontré.
De
pronto fue que mi hijo escuchó la voz de él y salió de la pieza diciendo “¡Hola
tío!”… Mire que yo no podía de la risa y
vi que mi hermano estaba como a punto de darle un mangazo al niño. Pero de la misma desesperación que él tenía,
más bien lo cogió, lo abrazó, lo tocaba, lo miraba… lloraba… Y le dijo:
-¿Y
usted cómo fue que hizo para llegar aquí?
-No,
pues como usted se me perdió y yo le dije a un señor que era mi amigo, que me
regalara plata para el bus porque mi tío se me había perdido. Entonces el señor me dio la plata, paró el bus
y me subió y le dijo al chofer que me llevara a Soacha Compartir, que yo sabía
dónde bajarme…
Y
dizque el señor le dijo al conductor que el niño era hijo de él… Mi Dios es muy maravilloso, yo no me canso de
darle gracias por todo lo que me ha dado en la vida…
Esas
experiencias eran anécdotas, cosas graciosas que sucedían con Fair
Leonardo. Pero en otra ocasión sí
tuvimos una experiencia dolorosa, porque él se perdió realmente y eso fue lo
más horrible de la vida. Eso pasó cuando
él tenía como 14 años. Se fue con un
amigo y el amigo no se dio cuenta de que “Gringo” no sabía ubicarse en una
ciudad y lo dejó por ahí solo, entonces el niño se perdió. Comenzó a caminar por las calles y la policía
lo recogió y lo llevó para Bienestar Familiar.
Yo lo busqué por todo lado, hasta que afortunadamente alguien me dijo
que preguntara en los albergues de niños; y preciso, después de dos meses, lo
encontré en el Bienestar Familiar de Villa Javier. Mire, eso fue para mí fue la felicidad más
grande. La directora de allá me dijo,
“Es que a él le pregunta uno: ‘¿cómo se
llama su mamá?’... Y él contesta: ‘No tengo mamá’. ‘¿Cómo se llama su papá?’ ‘No tengo papá’. ‘¿Tiene hermanos?’ ‘Sí’ ‘¿Cómo
se llaman sus hermanos?’ ‘Yo no sé’. Y así por el estilo…” Y yo le decía a esa señora que me extrañaba
eso, pero es que es tan difícil entender el mundo de un niño así… Después de que hablamos, ella me dijo: “Espérese un momento y se lo mando a llamar,
porque ahoritica ellos están en clase”. Al
rato lo mandaron traer y cuando él me vio, yo creo que esa fue la alegría más
grande que él tuvo en su vida… él
lloraba y lloraba…
Un
niño grande
Fair
Leonardo aprendió a trabajar como ayudante de construcción. Se lo llevaban para que ayudara a tumbar un
muro, o mezclar cemento o alcanzar las cosas…
También ayudaba a hacer trasteos…
Pero en sí, la única vez que trabajó así, estando en nómina y todo, fue
cuando empezaron las pavimentaciones de Compartir y a él lo contrataron para
romper las calles y todo eso. Es que él
era grande, medía 1,75 y tenía bastante fuerza, era muy resistente para el
trabajo. Y a él no le importaba si le
pagaban o no, porque a él no le interesaba el dinero y tampoco sabía distinguir
la denominación de los billetes, el valor de cada billete. Incluso un señor Luis con el que trabajó, se
lo llevaba a mezclar cemento los días completos, y ese señor nunca le pagaba; y
yo le decía al “Gringo”: “Pero papito, ¿no ve que su trabajo vale?”, pero él
contestaba: “Ay mami, la idea es que uno
no se quede aburrido por ahí”.
Él era
una persona muy colaboradora, le gustaba que todo el mundo lo tuviera
presente. Era muy activo, le gustaba ser
útil. Una vez estuvimos en el barrio
Compartir sin agua, por unos racionamientos que hacían; y yo no me explico
cómo, pero él madrugaba y se iba yo no sé para dónde y por aquí llegaba con
agua para suplir a todo el mundo. Yo no
sé cómo hacía… Lo cierto es que mucha
gente llegaba a la casa a preguntarlo para que les hiciera trabajos, que romper
un muro, que sacar unos escombros, todas esas cosas. Y a él también le gustaban mucho las
manualidades. Aprendió macramé para
hacer pulseras, así con la bandera de Colombia.
No sé de dónde sacaba el hilo, pero las hacía.
Lo que
sí era como su gran ideal era aprender a leer y a escribir. Un día me dijo:
-Mami,
esas niñas de allá me molestan… Me dicen
que “Gringo”, que si quiere ser mi novio… que cuando me invita a bailar...
-Bueno,
¿y no le gusta ninguna de ellas? -le
pregunté yo.
-Pues
sí, están muy bonitas… ¿pero qué?…
-Papi,
lo que tiene que hacer es aprender a leer y a escribir y así les escribe unas
cartas bien bonitas a ellas.
-No,
mami, es que por más que yo trato de aprender, no se me queda nada.
-No,
papi, que no sea tanto el afán.
Despacito, despacito y así lo va logrando…
Entonces
en el 2007 él escuchó que había un programa de Cafam en los colegios públicos,
para las personas que quisieran aprender a leer y a escribir, y él se
matriculó. Allá le ponían planas, vea
que yo tengo una agenda donde él tiene esas planas, que “ma-me-mi-mu” y todas
esas cosas. Y le cuento que él hacía
despacito, muy despacio, pero si él hubiera llegado a escribir, habría tenido
una letra muy linda. Zurdo y todo, pero
estaba aprendiendo.[iv]
Él era
una persona muy inocente, no distinguía el bien del mal; si usted le ponía aquí
a una persona que robaba, y aquí a otra persona que consumía drogas y enseguida
a otro que obraba bien, él los trataba a todos por igual. Para él, todo el mundo era su amigo, a todo
el mundo le decía “usted es mi amigo”.
Demasiado inocente. En el último
cumpleaños, cuando cumplió 26, él me dijo:
“Mami, hay unas muchachas que quieren celebrarme los cumpleaños, ¿será
que usted me da permiso?” Y yo le dije
“Claro, papi”. Y luego él me dice que
dizque: “Es que ellas dijeron que me
querían partir el bizcocho”, y luego soltó la risa y se tapó la cara. Yo también me reí y le dije “Venga pues lo
afeito”, porque él no sabía afeitarse, se cortaba mucho. Él tenía un cuerpo de adulto, normal, pero su
mente era la de un niño de 9 años; el médico le dictaminó un 53% de
discapacidad.
La
relación de él conmigo era muy especial.
Era muy cariñoso, siempre me decía “Madrecita, yo la amo mucho”. Siempre me llevaba una rosa roja, o una rosa
amarilla… le encantaban las rosas; o
cuando estaba trabajando me llamaba y me decía “Mami, ¿ya almorzó?” Y si yo le decía “No señor”, entonces él me
llegaba con medio pollo, con algo así; él era muy detallista para todas las
ocasiones. Cuando tenía plata, le pedían
y él extendía los billetes y decía “Cojan”, a él no le importaba qué billete
cogieran. Todas las noches llevaba una
bolsa de leche, el pan para el desayuno y las onces de mi nieta, de Daniela,
que él la adoraba; entonces le llevaba un paquetico de papas y un yogurt para
las onces. Era muy buen hijo, no
molestaba por la comida, lo único que no le gustaba era la sopa; de resto,
comía de todo, pero eso sí, su platillo favorito era la pasta y los fríjoles,
le fascinaban demasiado.
Otra
cosa es que Fair Leonardo pertenecía a una iglesia cristiana, y creo que fue
con ellos que él comenzó un trabajo de ir a la cárcel El Buen Pastor todos los
sábados, a llevar el Nuevo Testamento y pequeños regalos, mensajes para darles
ánimo, fuerza, valor a esas mujeres. Los
viernes, “Gringo” compraba unas tarjeticas y unas flores artificiales, y le
pedía el favor a las hermanas de que le escribieran algún mensaje bonito; al
otro día les llevaba eso a las reclusas…
Yo creo que una de esas muchachas estaba como enamorada de él, porque le
escribía unas cartas demasiado lindas y decía que cuando saliera lo iba a
buscar. Mire, lo de ese trabajo en la
cárcel yo no se lo he comentado a nadie, hasta ahora que se lo digo a usted. Y no había mencionado nada de eso porque no
falta el que diga “¡Claro! ¡Si se la
pasaba en El Buen Pastor, quién sabe qué clase de contactos tenía allá!”[v]
El niño sin sombra
El ocho de enero del 2008 salí
yo a las seis de la mañana con mi esposo, a sacar la cédula y el pasado
judicial de Fair Leonardo. Él se quedó
con el hermano mayor, ambos durmiendo. John
Smith dice que a las 12 del día “Gringo” recibió una llamada en el celular y
entonces se levantó, se bañó y se vistió.
Luego se sentó a comer. Entonces
John Smith le dijo que lo acompañara a trabajar, pero Leonardo le contestó: “es que yo tengo que ir a donde un patrón a
que me dé una plata”. Para él toda persona con la que hacía un trabajo era un
patrón. Luego, ellos salieron juntos de
la casa a la 1:30 de la tarde, y en la esquina se despidieron. Yo llegué como a las 3:30 y no había nadie.
Cuando ya eran las 9 ó 10 de la noche me extrañó que Leonardo no llegara, pero
yo pensé que estaba con el hermano. John
llegó como a la una de la mañana y yo le dije: “Papi, ¿dónde está
Leonardo?” Me dijo, “Mamita, la verdad
no sé , yo sólo sé que él iba para donde un patrón; pero tranquila mami, seguro
él se fue luego para donde mi tío Luis”.
Bueno, esa noche pasó así. Al día
siguiente, muy a las ocho de la mañana empecé a llamar a todo lado, a mi
familia, a los sitios que más o menos él frecuentaba. Yo ya estaba preocupada porque él nunca se
perdía así, él avisaba, me decía para dónde se iba. Lo cierto es que yo me comuniqué con todo el
mundo, y todos me dijeron que no, que no lo habían visto, que no sabían nada de
él.
Esa mañana
la pasé esperando a que él llegara, pero ya a las 12 del día estaba muy
angustiada porque nada y nada… Como a
las 5 de la tarde fuimos a la inspección de policía, pero allá nos dijeron que
no nos podían recibir un reporte de esos hasta que no pasaran 72 horas. Nosotros seguimos llamando a todas partes y
nos fuimos con mi hija Dolly a preguntar en la calle, en los paraderos, en
sitios donde él solía ir. Nadie daba
razón. El día 10 de enero también
estuvimos preguntando por todas partes, y nada.
Cuando pasaron las 72 horas fuimos a poner el denuncio en la Fiscalía de
Soacha, pero otra vez no nos lo quisieron recibir; nos dijeron que eso era una
pérdida de tiempo, que seguro él estaba por ahí donde los amigos. Pasado un mes, volvimos a tratar de poner el
denuncio, pero tampoco; dijeron que “Eso él debe estar con la novia pasando muy
bueno; deje así, que eso en cualquier momento aparece”. Y ahí fue cuando agotamos las esperanzas de
encontrarlo con la ayuda de la fiscalía de Soacha.
Entonces,
prácticamente desde el día de la desaparición, a nosotros nos tocó comenzar a
buscarlo por nuestros propios medios.
Fuimos a casas de albergue, a hospitales, a clínicas; fuimos al INPEC… porque no podíamos descartar que estuviera
preso por algo… Que alguien le hubiera
dicho “oiga, lleve este paquete” o algo así, y de pronto se hubiera metido en
algún problema, o que lo hubieran cogido por error… Pero nada, no aparecía por ninguna
parte. Yo me sentía desesperada porque
él era una persona que no se podía defender, y yo tenía miedo de que alguien se
aprovechara de la inocencia de él, que abusaran de él, en toda la extensión de
esa palabra… Yo me estaba muriendo de
los nervios…[vi]
Nosotros
tampoco descartábamos la idea de que hubiera sufrido un accidente, de que
hubiera perdido la memoria, de que alguien abusivamente le hubiera dado drogas,
escopolamina o algo así. Entonces
tomamos la idea de salirnos de aquí de Soacha y empezar a buscarlo en Bogotá. Lo más terrible fue que a partir de Marzo
varias personas, supuestamente, comenzaron a verlo en todas partes y ahí mismo
nosotros nos íbamos a ese sitio a preguntar por él. De todas maneras yo, en mi corazón de madre,
sentía que algo no encajaba ahí.
Más
adelante nos tocó empezar a buscarlo entre las personas indigentes de la calle,
con muchos riesgos, porque hubo demasiada gente que se ponía muy agresiva
cuando les preguntábamos por él.
Entonces uno tenía que llevar suficiente dinero, o comida, o cosas para
darles, o una moneda. Mi hijo John Smith
se metía por allá en esos “cartuchos” de Bogotá, en “ollas” donde vendían
drogas, pero no encontró nada.
Yo
empecé a ir a Medicina Legal cada 8 días, para ver si aparecía dentro de los
cadáveres. Y cada vez que yo salía de
allá, le daba Gracias a Dios porque sabía, o quería saber, que él todavía
estaba vivo. Yo no quería tener ningún
pensamiento negativo en mi mente.
Esa
situación era desesperante. Nos
descontroló a todos, a toda la familia.
Yo todas las noches me acostaba y pensaba que yo estaba bajo un techo,
pero que mi hijo quién sabe en qué condiciones estaría durmiendo. Mi esposo me regañaba, porque yo ya no paraba
en la casa; salía temprano y volvía a las 12 de la noche, 1 de la mañana, todo
el día buscando a mi hijo; entonces mi esposo se enojaba, me decía que no me
matara tanto, que yo no tenía calma ni para dormir… ¿Pero cómo iba a tener calma?... Mis hijos me apoyaron mucho, todos pendientes
de encontrarlo. Pusimos la foto de él en
RCN, hicimos de todo.
Ya yo
me di cuenta de que la denuncia por la desaparición de él también se podía
poner en Bogotá, entonces fui a la Seccional Cundinamarca del CTI, y allá me
pidieron 15 fotos, supuestamente para distribuirlas a nivel nacional; pero eso
ya fue muy tarde, el 8 de septiembre del 2008.
Fueron
ocho meses de incertidumbre, de desesperación.
Ya
no crecerá
El
16 de septiembre, a las 11 de la mañana, me llamó la doctora Diana Ramírez, de
Medicina legal de Bogotá, y dijo: “Doña
Luz Marina, yo quisiera que usted viniera hasta aquí”. Cuando ella me dijo eso, le digo que en ese
momento yo solo quería desaparecerme. A
mí las piernas me temblaban, mi cabeza me daba un sinfín de vueltas; me
imaginaba tantas cosas… Tenía muchos
sentimientos encontrados… Cuando ella me
dijo “necesito que venga”, yo dije “acá terminó la búsqueda”.[vii]
Yo estaba con mi hija mayor, pero ella no podía ir
a acompañarme porque tenía que ir a recoger a la niña en el colegio, entonces
me dijo, “mamita ¿cómo hago para acompañarla?”; le dije “No mija, vaya y recoge
la niña, y yo mientras tanto voy a medicina legal, a ver para qué me
necesitan”. Me fui sola, cogí un
colectivo que decía “Palermo”, pero le cuento ese trayecto fue para mí una
eternidad… fue la segunda vez que el tiempo
para mí se volvió una eternidad. La
primera vez fue cuando la doctora me dijo que a mi hijo le quedaban minutos de
vida, y esos 20 minutos fueron una vida entera…
Mientras caminaba hasta Medicina Legal, como que no caminaba en el piso,
como que yo iba por el aire, no sé… es
algo inexplicable…
Al fin llegué, llamaron a la doctora y me hicieron
seguir al tercer piso. Allá una de las
doctoras me preguntó que a quién era que yo estaba buscando. Yo le conté.
Cuando de pronto fue que miré a la mesa de ella y había una hoja de
oficio… ¡Huy Dios Mío!... con una lista
de nombres completa. Y el primero que
encabezaba la lista era mi hijo. Me
pidieron el número de la cédula de él, el nombre completo. Me dijo, “Bueno, doña Luz Marina, yo le voy a
mostrar algo… Espero que usted esté
calmada, que usted analice muy bien lo que va a ver y me conteste lo que yo le
pregunte”. Entonces me acercó una silla
al computador de ella y puso los datos…
Cuando se abrió esa foto… Esa
foto yo la vi… O sea, yo creo que fue la
pesadilla más grande de mi vida… Era mi
hijo… Trataron de mostrarme una foto en
la que no se veía mucho el rostro destrozado de él… A él le metieron un tiro por la nuca y le
destrozaron media mandíbula… Se veía que
le faltaba medio rostro… Yo miraba la
foto y no podía creerlo… Yo le pregunté:
-¿Cuándo falleció mi hijo?
-Él murió el 12 de enero -me contestó ella.
-¿Y puedo saber dónde se encuentra mi hijo? Quiero recuperar el cadáver de él.
-Su hijo se encuentra en Ocaña, Norte de Santander.
-¿Y a dónde queda eso? Yo soy colombiana, pero yo ignoro dónde queda
eso… -Ella me explicó-. Bueno, ¿y cómo murió?
-Doña Luz Marina, yo es muy poco lo que tengo que
decirle… pero en Ocaña, en el momento en
que usted vaya a recoger el cadáver de su hijo, le van a explicar todo lo que
pasó.
La doctora me leyó la lista que tenía ahí para ver
si yo conocía a alguien, o a algún familiar de esas personas. Eran como 30 nombres, pero yo no conocía a ninguno.
Entonces dijo
“Bueno, yo me voy a tomar la tarea de buscar aunque sea a unas cuatro o
cinco familias de esta lista, para que viajen juntos a Ocaña; porque si van
varios, nosotros acá, de parte de Medicina Legal, logramos que las escuchen y
les hagan las exhumaciones. Es que cada
exhumación vale 450 mil pesos, y si hacen la exhumación colectiva, vale los mismos
450 mil”. Luego me dijo:
-Bueno, ahora voy a leerle los rasgos de su hijo. –Me señaló varias cosas y al final dijo- El pie derecho tiene un dedo como si estuviera
lastimado.
-No, no era que lo tuviera lastimado, lo que pasa
es que por la discapacidad que él tenía, cuando él iba a caminar lo doblaba, lo
montaba encima del dedo siguiente.
-Ah, ya veo…
Bueno, ahora voy a leerle la ropa con la que se encontró él: Una chaqueta de cuero talla 44, una camiseta
azul, un pantalón a cuadros naranja, ropa interior brasilera… y botas de caucho…
-Él no usaba nada de eso, él usaba bóxer… Nada de lo que usted me está pintando ahí,
nada corresponde a mi hijo.
-¿Está segura?
-Estoy completamente segura.
Al final me dijo: “Bueno, doña Luz Marina, vamos a estar en contacto
y tan pronto yo ubique a las otras familias, yo la llamo para que se conozcan y
todas viajen el mismo día para hacer la exhumación”. Y yo dije, “listo”.
Desandar
una locura
Yo salí de ahí, y yo no sabía
para dónde irme. No me ubicaba, no podía
coordinar. Lo cierto fue que como a las
7 de la noche aparecí en el apartamento de mi sobrina, no sé cómo hice para
llegar allá, no sé. No me acuerdo de
nada, sólo hasta las 7 de la noche, ella me estaba preguntando y yo todavía no
coordinaba bien. Me ofreció un tinto y
no se lo recibí, salí y me fui para mi casa.
Cuando llegué, mis hijas me preguntaban:
-Mami, ¿qué
le pasa, qué tiene?
-Mataron a “Gringo”.
-¡No, mami!
-Sí. Lo mataron.
-Mami, ¿no
será que sumercé se metió una película?
-No, yo lo
vi, yo lo vi.
No me
creían, pensaron que yo había mirado mal.
De pronto fue que mi esposo llamó y le dijimos, él quedó muy impactado. Después llamó John Smith, él me llamaba todos
los días para saber si se había sabido algo de Leonardo. Cuando llamó, todas llorando, le dijimos
“Mataron a Gringo” y él dijo “¿Cómo así?”
Se puso furioso… Al rato llegó a
la casa y dijo “No mami, no voy a trabajar más, yo no podría trabajar”. Mi esposo llegó esa noche a la casa, como a
las 2 ó 3 de la mañana, y dijo: “No, yo no lo puedo creer… Vamos temprano, yo quiero mirar”. Y los demás también dijeron que querían ir. Nos fuimos todos a Medicina Legal al otro día
y nos mostraron las fotos. No, eso fue
algo que ninguno aceptaba ver, no lo aceptábamos de ninguna manera…[viii]
Ya
empezamos a hacer todas las vueltas para el servicio funerario mientras nos
daban la salida para Ocaña, y nos tocó endeudarnos con todo el mundo. Nos cobraban 15 millones de pesos por el
traslado del cadáver y todo lo demás, pero al fin pudimos conseguirlo por 8
millones. Los amigos de mi esposo nos
prestaron, porque en realidad teníamos un seguro exequial, pero en el momento
en que lo necesitamos, no nos quisieron responder.
La sobrina de mi esposo nos prestó un
carro para viajar a Ocaña. Y el 23 de
septiembre nos llamaron nuevamente de Medicina Legal. Cuando llegamos ahí estaba la Señora Flor, la
Señora Elvira y la Señora Blanca Oviedo.
Solamente cuatro familias. De
pronto llegó un periodista y nos preguntó; cada una decía “Es que a mi hijo lo mataron en Ocaña”, todas
decíamos lo mismo. Él nos cogió las
fotos y eso salió en las noticias de medio día; ahí comenzó el escándalo de los
mal llamados “falsos positivos”. Pero yo
no le quise dar la foto de mi hijo, yo le dije “es que yo no estoy vendiendo
nada, no estoy promocionando nada, no quiero que salga por televisión, a mí
hágame el favor y me respeta”. Entonces
ese día salió solamente la foto de Joaquín Castro, de Julián Oviedo y de Elkin
Verano Hernández. Fueron las tres
primeras fotos que salieron al aire, el 23 de septiembre del 2008. La mía no la dejé sacar, por seguridad a mis
hijos, a mi esposo…
Luego la
doctora nos reunió en la capilla de Medicina Legal y nos dijo que ella quería
que nos conociéramos, que intercambiáramos teléfonos, que nos colaboráramos
entre nosotros mismos. Nos preguntó que
cuándo pensábamos viajar y todos teníamos en la mente irnos lo más pronto
posible; entonces al final quedamos en que nosotros y Doña Carmen, la tía de
Joaquín Castro, viajábamos inmediatamente; las otras dos familias viajaban por
la noche y nos encontrábamos todos allá en Ocaña.
Nos fuimos
a las 4 de la tarde. Entre mi esposo y
mi hijo se turnaban el manejo del carro.
Viajamos toda la noche, sin parar, solamente en el momento de ir al
baño, o si ellos querían comer algo, porque yo no pude comer prácticamente nada
en esos primeros tres meses desde que supe esa noticia. Eso son 18 horas desde Soacha hasta
Ocaña. Llegamos allá a las 9 de la
mañana del otro día, e inmediatamente nos fuimos para la fiscalía. Al principio no nos querían dejar entrar,
entonces nosotros comentamos quiénes éramos y ahí mismo, muy amablemente, nos
colaboraron en todo.. Ocaña tiene una
gente calurosa, excelente… Ahí mismo nos
hicieron entrar, nos atendió el doctor Rubén que es el fiscal de allá. Sacaron el expediente y yo les pregunté que
si podían decirme cuáles habían sido las causas de la muerte de mi hijo;
entonces ellos me dijeron: “Vea, él
murió en un enfrentamiento con el ejército; él fue reportado como un narcoterrorista”.[ix] Yo dije “¡¿Cómo?!” Pregunté otra vez:
-¿Cuándo
murió?
-Señora, a
su hijo se le hizo el levantamiento de cadáver el 12 de enero de 2008; a las 3
de la tarde ya estaba en Medicina Legal.
-¿Pero cómo
puede ser eso?... Si uno se gasta 18 horas
de Bogotá a aquí a Ocaña, usted cree doctor, que mi hijo se iba a volver
guerrillero en menos de dos días? Se
supone que una persona para ser guerrillera, por lo menos le pongo yo, unos 6
meses de entrenamiento; entonces a qué horas mi hijo iba a ser guerrillero?…
-Pues la
verdad, eso mismo me pregunto yo… Pero
vea, es que su hijo se encontró con un arma en la mano derecha, una 9 milímetros...
Yo me
sonreí. Entre la tristeza grande que yo
llevaba, sonreí y dije:
-Ahí fue el
error más grande que ustedes cometieron…
-Nosotros
no, porque nosotros lo encontramos así, pero ¿Por qué dice que fue un error?
-Vea, mi
hijo era un chico de educación especial, no sabía leer, no sabía escribir, no
identificaba la cantidad, el valor del dinero.
Y, además, por su discapacidad, él era zurdo; entonces yo no entiendo mi
hijo qué hacía con un arma en la mano derecha.
- Pues eso
sí es una incógnita...
La
entrevista y duró de las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde… Me preguntaron de todo, que qué había hecho
yo desde que él desapareció, que como era la familia, que qué hacía él de
trabajo… Les conté todo… Afortunadamente yo llevé un paquete
completísimo de documentos, como para que no hubiera ninguna duda de nada de lo
que yo estaba diciendo y dejé una copia de esos papeles allá.
Como a las
11 y media de la mañana llegaron las otras dos familias. Ya a las 6 de la tarde fue cuando a todos nos
dieron un papel para ir a Medicina Legal; allá nos atendió el doctor Holmans, el
forense, y nos dio los papeles de ahí.
Yo le pregunté al doctor Holmans que si me permitía ver fotos de mi
hijo, y él me mostró dos fotos del rostro de él y otra donde le entró una bala
por la espalda. Pero llamaron al doctor
y no alcancé a toda la galería. Yo
todavía no he podido ver cómo fue que quedó mi hijo.
De ahí, un
representante de la Alcaldía nos llevó a la Funeraria Paez, y ahí nos dijeron
dónde estaba cada uno de los cuerpos. El
señor dijo: “hay uno que se encuentra a
una cuadra de donde estamos, o sea en el Cementerio Central de Ocaña, que es
Fair Leonardo Porras; él está en una fosa común, con 6 cadáveres más. Los otros chicos se encuentran en la Vereda
de Las Liscas”. Quedamos con él en que a
las 5 de la mañana comenzábamos la exhumación; yo le pedí que la de “Gringo”
fuera la primera, porque no quería estar por ahí cuando llegaran los medios de
comunicación, que venían detracito de nosotros.
A las 5 en
punto de la mañana del día 25 llegamos al cementerio… Estaban el representante del CTI de Cúcuta,
el representante del CTI de Ocaña, la forense y el representante de la
Alcaldía. Y claro, los de la funeraria,
los que iban a hacer la exhumación. Yo
le pregunté a la forense, “Doctora, yo necesito que usted me diga cuántos
impactos de bala recibió mi hijo”, y ella dijo “Vea, a su hijo le pegaron 9
tiros por la espalda; fue terrible la forma en que mataron a este muchacho”; y
me estaba empezando a explicar todo, cuando de pronto entró el ejército al
cementerio. Yo no sé de dónde salió todo
ese batallón, pero en un segundo nos rodearon a todos. Entonces dijeron:
-¡A quién
están exhumando! ¡Necesitamos el
familiar del que están exhumando!
-Mi nombre
es Luz Marina Bernal y soy la mamá de uno de los muchachos -dije yo.
-¡Tiene que
respondernos unas preguntas!
-¿Tengo? Ustedes son los que me están buscando a mí,
mas yo a ustedes no.
Yo tenía los sentimientos encontrados, de solo
ver esos uniformes… Yo les dije:
-Mire, yo
sólo sé que mataron a mi hijo acá. Yo lo
que necesito es recuperar el cadáver, llevarlo para Bogotá y darle cristiana
sepultura.
-No, pero ¿quién
era él?, ¿acaso usted no sabe que él era un guerrillero?
-No, él no
era ningún guerrillero, qué les pasa, respeten…[x]
Total, me
hicieron como una indagatoria larguísima, me preguntaron de todo y en el papel
de ellos quedó como si yo hubiera ido a buscarlos a ellos, y no ellos a mí. Eso fue horrible. El CTI no nos dejó tomar fotos, apenas
logramos sacar unas así, al escondido.
Cuando
hicieron la exhumación vi que el cuerpo de mi hijo ya no tenía rostro, no había
carne, no había nada… estaba la sola
osamenta. Pero no sé si son las cosas de
Dios, no sé cómo decirlo… La única parte
que tenía algo de carne era el dedo de su pie, el que tenía malito; era como si
él me hubiera guardado esa señal para que yo lo reconociera, como si me
estuviera diciendo: “Mami, soy yo,
lléveme, soy yo”. Ese dedo del pie que
estaba doblado, fue la única manera de saber que lo que nos íbamos a traer era
realmente nuestro…
Foto tomada de: www.hoyesarte.com |
El cadáver
de él lo desactivaron, le aplicaron una cantidad de químicos; lo volvieron a
embalsamar y luego lo pusieron en unas bolsas especiales. Después lo metieron al féretro; y de ahí, por
sanidad, le colocaron silicona a todo el ataúd … Como a las 6 de la tarde llegaron los de la
exhumación de Las Liscas, entonces ya acomodaron dos carros fúnebres, dos
cadáveres en cada uno. Como no había un
conductor en ese momento, entonces le tocó a mi hijo John Smith; él dijo “Yo me
voy en el carro donde está mi hermano”; luego se nos unió otro conductor, creo
que en Aguachica, entonces se reemplazaban en la mitad de la carretera.
Llegamos a
Bogotá el día 26, a las 11 de la mañana, a la funeraria Los Olivos de El
Restrepo; ahí hicieron una ceremonia muy bonita y luego se fueron tres carros
fúnebres para Soacha, para “Campos de Cristo”, y el mío, en el otro carro
fúnebre, salió para La Inmaculada. Ése
era el final de la búsqueda, con un dolor muy grande, grandísimo, pero a la vez
con una conformidad de que había encontrado a mi hijo. Terminaba esa búsqueda, pero entonces se
preguntaba uno “¿Y ahora qué vamos a hacer?”[xi]
Palabras y más palabras
Ya después, en noviembre,
alguien me dijo que tocaba colocar el denuncio aquí en la Personería, entonces
yo vine y hablé con la doctora Aura, la personera delegada para los derechos
humanos; vino mi hijo primero y luego vine yo.
Yo no la distinguía a ella, pero de pronto fue que me dijo: “Doña Luz Marina, no puedo decir que lo siento,
porque sólo usted como madre sabe qué tan grande es el dolor… pero yo conocí a su hijo, cuando él era un
niño pequeño, y yo vivía cerca de su casa; él era una persona especial, era muy
amable, muy respetuoso con todo el mundo”.
Después me dijo que como varias familias estábamos en el mismo problema,
entonces la Personería estaba reuniendo a todos y que sería importantísimo que
nosotros también viniéramos. . Entonces
ya empezamos a reunirnos, a conocernos, y hasta el momento estamos reunidas 16
familias aquí en la Personería de Soacha.
Inicialmente
radicamos cartas donde el Ministro Juan Manuel Santos, donde el Fiscal, donde
el señor Presidente, para que nos escucharan.
Pero tristemente ellos estaban muy ocupados y no podían atendernos. Luego comenzó a colaborarnos mucha gente. Nos ha colaborado, así de lleno, el Movimiento
de Víctimas de Crímenes de Estado, de Iván Cepeda, ellos han estado ahí muy
incondicionalmente; ANDAS también; otra es MINGA, y SEMBRAR, y Redepaz… todos ellos, de una u otra forma, han estado
ahí con nosotras. Pero sobre todo la
Personería de Soacha nos ha dado un apoyo muy importante, todo el personal de
acá… El doctor Fernando, la doctora
Aura, Luis Fernando… todos…
Lo que más
queremos es que esto no lo tapen, que no lo olviden, que se sepa la
verdad. Fíjese que en octubre del 2008,
el señor Presidente se paró ante los medios de comunicación a decir que los
muchachos de Soacha no se habían ido a coger café, sino a delinquir alrededor
de Ocaña. Fue muy triste y muy doloroso
para nosotras las madres saber que el Presidente de nuestro país estaba
diciendo eso, sin tomarse la delicadeza de venir a investigar y decir, bueno,
vayan y averigüen quiénes son esas familias, quiénes eran estos muchachos… Y algunos medios de comunicación también
resultaron diciendo que nuestros hijos eran guerrilleros, que tenían
antecedentes con la justicia… yo digo,
¿de dónde sacaron esto? Bueno, y después
el señor Presidente dijo que máxima pena para los militares que habían
participado en los falsos positivos de Soacha, pero en febrero de 2009 se para
y dice “compatriotas, los militares que están detenidos por los falsos
positivos son personas de bajos recursos, no tienen cómo pagar un
abogado”… ¿Y es que acaso nosotros somos
personas con demasiado dinero? ¿No
necesitamos también abogados? Luego, él
destituyó a 27 militares… pero si usted
analiza y busca en las noticias, los coroneles que han sido destituidos y los
generales, están de embajadores en otros países… ¿Cómo puede ser esto?[xii]
Este año, el
senador Juan Manuel Galán, al ver todo esto de los “falsos positivos”, trasladó
una comisión del Congreso a Soacha para hablar de la situación. Pero la congresista Nancy Patricia Gutiérrez,
muy afanosamente, dijo en esa reunión:
“Las madres de Soacha están degradando al ejército colombiano”… ¿Será
que es así?... Dolió tanto que ella hubiera
dicho eso… porque los que se degradaron fueron ellos mismos… Y también dijo “es que la ropa sucia se lava
en casa”. ¿Por qué dijo eso? Yo dije
“La ropa sucia en Colombia no la pudieron lavar, nos tocó mandarla a
lavar en otro lado”, porque nos tocó abrirnos internacionalmente, nuestro país
no nos escuchó… entonces vinieron otros
países que muy amablemente nos escucharon, y por eso les contamos todo lo que
estaba pasando…
Luego ya
comenzó el proceso judicial. La primera
audiencia fue el 14 de mayo del 2009.
Llegamos 16 familias. A las 9 de
la mañana dijeron “la audiencia de hoy es la de Fair Leonardo Porras Bernal”. Yo dije, “Bueno, aquí voy a saber exactamente
qué fue lo que pasó con mi hijo”.
El doctor
Emilio, el fiscal del caso, empezó su alegato y ahí me enteré de muchas cosas
que no sabía. Me entero de que la
señora que vive al frente de mi casa fue la última persona que vio a mi hijo
con vida, a las 10 de la noche del día 8; lo vio ahí en la “Y”, al pie de la
casa, él estaba ahí parado… Dijo la
señora: “Yo llegué de Pereira, a la “Y”
de Compartir y ahí estaba ‘Gringo’; él me dijo: “Señora, ¿le llevo las maletas hasta su casa?”
y yo le contesté: ‘Bueno, papito’. Él
coge las maletas, las lleva; yo abro la puerta, él las entra a la sala”. Ella sacó 2 mil pesos y se los iba a
entregar, pero él no se los recibió; le dijo
“No, tranquila, dejemos así”; ella le insistió: “Papi, recíbamelo que es para la gaseosa”,
pero él nuevamente se negó. Luego ella
le dijo: “Entonces golpéele a su mamá,
mire, allá está su mamá parada”, y él contestó:
“No, yo no puedo golpear porque voy a hacer un viaje con un amigo, y mi
mamá no me deja”. Leonardo, después de
que salió de la casa de la vecina, se devolvió al sitio en donde estaba; seguro
ahí era el punto de encuentro con la persona que se lo iba a llevar.
Después el
fiscal dijo que el día 3 de mayo había sido capturado el señor Alex Carretero
en Venezuela, y que él había sido el reclutador, uno de los reclutadores, de
los muchachos de Soacha. Parece que él
se encuentra con ‘Gringo’ el 8 de enero por la noche y se lo lleva para su
casa; allá lo tiene esa noche y parte del 9, hasta que el ejército lo llama y
le dice que ya los tiquetes estaban comprados en el terminal. Alex Carretero confesó que el 9 de enero del
2008, a las 10 y 10 de la noche, llevó a mi hijo al Terminal de Transportes;
dijo que “Gringo” se sentó al pie de una señora y que él se había sentado más
atrás en la flota; ellos tienen el número del bus, la hora y todo. El bus sale del terminal a las 10 y 10 de la
noche, o sea que llegan el 10 de enero en horas de la tarde a la zona de Ocaña. Se bajan en la “Y” de Aguachica y ahí se
encuentran con un militar, y el reclutador le entrega a mi hijo. Entonces le pregunta el fiscal: “Necesito que usted me diga cuánto le pagaron
por Leonardo”, Alex Carretero contesta: “Por
el mono de ojos azules me pagaron 200 mil pesos”. Fue terrible para mí ver que la vida de mi
hijo la cambiaron por 200 mil pesos…[xiii]
El militar
que recibió a Leonardo iba en una moto negra y lo subió ahí… Pero le cuento algo, ellos sí se dieron
cuenta de que mi hijo tenía una discapacidad, porque mire… A mí me da la impresión de que hay un soldado
que está cooperando con la investigación…
Lo digo porque en la audiencia salió a relucir una declaración de un militar
que dijo: “Nosotros le hablábamos, le
dábamos órdenes y él no entendía, no entendía; entonces nosotros lo bautizamos
‘el bobito’ ”. También salió a cuento
que un soldado llamó por teléfono y dijo:
“¿Y qué? ¿Qué hubo de la
mercancía?” y otro soldado le contestó: “¡Ah! ¿Del bobito?... Sí, el bobito ya
lo tenemos acá”… Claro, como mi hijo no
identificaba el bien del mal, y para él todos eran sus amigos… y acá en el barrio él se la pasaba con los de
la base militar, entonces ¡fue tan fácil engañarlo!… En esas conversaciones que cogieron, los
militares se referían a él como “el bobito” en todo momento.
Después de
eso, el fiscal del caso mostró los reportes que habían entregado los soldados,
luego del supuesto combate. Un soldado
dice: “A las 02 y 24 de la madrugada,
hubo un enfrentamiento con 6 narcoterroristas, donde le dimos de baja al jefe
de la organización” y da las
coordenadas. El otro reporte, porque se
supone que cada uno de los soldados tiene que dar un reporte de lo que sucede,
el otro dice: “A las 02 y 24 de la
madrugada, con las coordenadas en la Vereda La Soledad, de Ábrego, tuvimos un
enfrentamiento con 5 narcoterroristas, donde le dimos de baja al jefe de la
organización”; el otro pasa el reporte:
“Siendo las 02 y 24 de la madrugada –y otra vez las coordenadas- hubo un
enfrentamiento de 10 minutos con 4 narcoterroristas, donde le dimos de baja al
jefe de la organización”. Entonces dijo
el fiscal: “¿Cuál de esos tres reportes
es el verdadero?”, ¡ Pues ninguno!, ellos se contradicen porque no había sino
una sola persona en el supuesto combate.
Enseguida mostraron una llamada por celular, yo creo que está
grabada: “Mi Mayor, ya la vuelta estuvo
hecha, por favor envíenos el millón quinientos que usted nos prometió y ¿cuántos
días de descanso nos va a dar?” Creo que
les dieron 15 días de descanso; les llegó una carta de felicitación por haber
dado de baja, por haber matado a un jefe de una organización narcoterrorista, y
también como que les dieron unos cursos en el exterior.
Alex
Carretero dijo que después del aparente combate, todos ellos se fueron para los
prostíbulos a decir la forma en que mataron a mi hijo… El enfrentamiento con él duró 10 minutos y
usaron 480 balas y una granada; o sea, ellos arreglaron todo para que pareciera
real… A lo último le colocaron el arma en la mano derecha, y
botaron un poco de casquillos alrededor del cuerpo de mi hijo, pero no se dieron
cuenta de que no eran compatibles con el arma que le habían puesto al cadáver… La fiscalía ahora tiene que demostrar que mi hijo era zurdo; yo les he
colaborado en lo que más he podido, con fotos, con videos incluso, en donde se
ve que él cargaba su celular en la parte izquierda… También tenemos los documentos médicos, el
scanner cerebral y todo lo pertinente…
Después de
saber todas esas cosas, al verlos cara a cara a ellos, a las personas que
mataron a mi hijo, sentí mucho dolor… Yo no sé por qué nos colocan así, frente
a frente a ellos, sin poder decir nada…
no se dan cuenta del daño psicológico que nos hacen a nosotros…
En esa
primera audiencia, el juez dijo que todos ellos quedaban bajo medida de
aseguramiento, pero ellos inmediatamente pidieron una apelación. La segunda audiencia fue el 24 de junio y pidieron
su libertad inmediata, pero les mantuvieron la medida de aseguramiento. Luego hubo una tercera audiencia, el 28 de
julio, y ahí los cinco abogados que tiene el ejército, discuten al juez el
asunto de la territorialidad y de la justicia penal militar; o sea, ellos piden
que las audiencias continúen en Cúcuta porque allá fueron asesinados los
muchachos, y que los procese la justicia penal militar y no la justicia
ordinaria. Nosotros estamos en
desacuerdo con eso y exigimos que los juicios sean aquí, en Cundinarmarca, porque
los reclutadores comenzaron a delinquir desde aquí, y porque además nosotros no
tenemos los recursos para irnos a las audiencias en Cúcuta, además de que por
allá podemos correr peligro. También
pedimos que a los implicados los procese la justicia ordinaria. Lo cierto fue que la juez ¿qué hizo? Se lavó las manos. Dijo “la audiencia se cancela y esto se va
para la Suprema”. Mandaron todo al
Consejo Superior de la Judicatura para que decida cómo debe seguir el proceso
legal. Entonces se están peleando esas
dos cosas y hasta ahí vamos en la parte jurídica.
Todo y nada del futuro
Por mi parte, he comenzado una lucha que tal vez sólo
terminará el día de mi muerte. Para mí
es fundamental saber todo lo que ocurrió, hasta el más mínimo detalle. El día que enterramos a mi hijo, salí del
cementerio pidiéndole a él que me mostrara qué era lo que había pasado en
verdad… Cuando llegamos a la casa, todos
comieron y se acostaron, porque veníamos demasiado cansados. Pero yo me quedé en la sala, era la una de la
mañana, no me podía dormir y decía…
“Señor, dame la oportunidad de que mi hijo me muestre qué fue lo que
pasó”. Y de pronto fue que yo sentí un
miedo terrible, lo sentía desde la palma de mis pies hasta la cabeza, y mi
corazón yo lo oía latir… ¿Usted ha
escuchado el latido de su propio corazón?... yo sentía que se me iba a salir;
entonces empezó todo el cuerpo a hormiguearme, todo el cuerpo, desde la punta
del dedo gordo hasta la cabeza, y mi cuerpo quedó como si no lo sintiera, pero
el corazón se me salía, se me salía…
hasta que quedé inconsciente, no sé qué pasó, no sé si ése fue el susto
que mi hijo sintió en el momento en que lo iban a matar; yo creo si eso fue
así, él pudo haberse muerto de ese susto, porque era terrible…[xiv]
He
tenido sueños muy especiales con Fair Leonardo.
Al principio, una vez soñé que yo subía la escalera de la casa y alguien
me cogió por detrás y me abrazó; dije “quién es?”, y él dijo “yo, Gringo, mami”;
entonces me dio la vuelta; él tenía un vestido de paño y una camisa blanca,
blanca, blanca, y una corbata roja; se veía elegante, elegante, elegante… Bueno, hasta ahí no más lo vi. Después soñé que yo iba por una calle y lo vi
a él al otro lado de la avenida, entonces yo pasé corriendo, lo cogí del brazo
y le dije: “Leonardo, soy yo, soy su
mamá, ¿nos vamos para la casa?”; me dijo “No, yo a usted no la conozco”; y yo
toda angustiada: “Pero vea que la
familia lo está esperando, vámonos para la casa”; me contestó: “No, vea, mi familia son todos ellos”, y
había una multitud enorme de gente alrededor de él…
Tomada de: primiciadiario.com |
Lo
cierto es que mi vida ha cambiado muchísimo desde la muerte de Leonardo. He tratado de aprender muchas cosas que en
determinado momento puedan ser útiles para mí, porque uno no sabe en el futuro
qué podrá venir. Ahora mismo estoy
haciendo un diplomado con el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo. Me ha tocado también hablar con muchos medios
de comunicación, especialmente internacionales…
periodistas de España, de Francia, de México, de Brasil, de Canadá, de Perú,
de Filipinas… y cuando yo doy un
reporte, a mí sí me interesa no hablar solamente por mí, sino por todo mi
grupo. Tanto mi hijo como los demás
muchachos ya están volando por muchas partes del mundo.
Hemos
realizado muchas actividades, movilizaciones, actos simbólicos, misas, de
todo… En Ocaña estuvimos hace poco,
cuando se cumplió un año de que nos enteramos de la muerte de ellos. Allá pedimos que nos dieran una partecita del
parque para sembrar 16 árboles, uno por cada muchacho, y colocar una placa con
algo alusivo a ellos, para que la memoria siga viva. También yo fui al Congreso para exigir que
hagan algún tipo de memoria de ellos aquí en Soacha, y dijeron que sí era
posible, pero todavía no hay en concreto nada.
Pero, como sea, toca hacerlo.
En este
momento una de las cosas que más me preocupa es pagar los 8 millones de pesos
que tengo de deuda por lo del entierro de mi hijo. Ya hace un año que nos prestaron esa plata,
entonces va siendo como hora de comenzar a pagar eso. En realidad, para todas las actividades que
hay que hacer, comunicaciones por internet, escanear fotos, sacar fotocopias,
etc, etc, etc, yo saco de la plata del diario. Mi esposo me dice, “Ahí le dejo
lo del mercado”… Y yo saco de esa plata… Lo de mi comida me lo estoy gastando en este
trabajo… pero no importa, vale la pena…
Yo
estoy dispuesta a llegar hasta el final con todo esto y, como se lo he dicho a
los medios, la indemnización de 19 millones de pesos que nos están ofreciendo
por nuestros hijos, es una ofensa; yo quisiera tener al frente al Presidente y
decirle: “¿Su hijo vale 19 millones de
pesos? El mío no, porque yo no lo estaba
vendiendo”. Lo que yo quiero es que haya
verdad y justicia… Yo necesito que ellos
digan que sí cometieron el error, que lo acepten; y lo primordial para mí es
limpiar el nombre de mi hijo. El país
está seguro de que los que mataron eran delincuentes, que se lo merecían… Yo, yo personalmente, seguiré hasta
demostrarle al mundo entero, porque ya la memoria de mi hijo no es mía, es de
todo el mundo… Entonces yo tengo que
mostrarle a todo el mundo la honestidad de mi hijo, la inocencia de mi hijo…[xv]
Doña Luz Marina Bernal - Foto tomada de El Espectador |
Yo
realmente no tengo mucha confianza de que en Colombia se haga justicia con
estos casos. Sí confío en el fiscal que
está llevando el caso, porque él me dijo:
“Confíe en mí, que
yo a su hijo lo llevo en el corazón”. Él
tiene casos importantes, el de la hermana de Gaviria, el de Luis Carlos Galán y
el de Fair Leonardo, por eso yo sé que él está comprometido con la verdad; pero
como el caso no lo decide solamente él…
Depende como siga esto, porque si aquí no se hace justicia, nos vamos para
la Corte Penal Internacional; es que además muchos de estos soldados dicen que
estaban recibiendo órdenes, pero todavía no se sabe de quién.
Por
ahora, estamos esperando el informe final de Philip Alston, el relator de la
ONU… Cuando él vino, muy gentilmente nos
dieron la oportunidad de sacarnos de la agenda de él, pero por buenas fuentes
nos avisaron; me llamaron y me pusieron al tanto. Yo quisiera saber quién fue el que nos sacó de
la agenda de ese señor... Pero logramos,
acá en la Personería, redactar una carta ligero y enviarla, y él nos dio el
espacio el 17 de junio, en las instalaciones de MINGA. Él nos escuchó a una por una y dijo que en
unos meses iba a dar el informe final.
Sin embargo, como está todo, para lo que vamos es para tener que acudir
a la Corte Penal Internacional, porque en Colombia es muy difícil que se haga
justicia.
Hace
poco estuvimos en un desayuno con los altos mandos militares y ellos llegaron
ofreciéndonos trabajo, ofreciéndonos cosas…
Pero lo que nosotros esperábamos, desde hacía un año, es que ellos
llegaran, con el Ministro de Defensa, con Iguarán, con el Presidente, que
hubieran estado ahí… Que dijeran “Vean señoras, no podemos decirles que lo
sentimos, el dolor de ustedes es tan grande… pero aquí estamos, vamos a llegar
hasta el fondo de esto, cuenten con nosotros”; eso era lo que nosotros
esperábamos, y nunca llegó…
A veces
he sentido miedo. Yo vivo prácticamente
sola en mi casa… sola, sola… y únicamente
digo: “Señor, tú sabes que si tengo que
morir en esta causa, moriré”. Yo creo
que mi trabajo hasta ahora va a empezar.
Pienso que va a haber un andar muy largo todavía. Yo seguiré en la lucha, y hasta donde yo
pueda, y las otras mamitas me lo permitan, hablaré de cada uno de los
muchachos… Yo, yo, yo, Luz marina Bernal, no me voy a callar, en ningún momento
me voy a callar, y seguiré diciendo siempre la verdad de lo que pasó.
****
ADENDA 1:
Doña Luz Marina Bernal es una de las 16 mujeres que componen el
colectivo conocido como “Las madres de Soacha” o “Las madres de octubre”. Al momento de concluir este trabajo ella
reporta haber recibido amenazas anónimas contra su vida y la de sus hijos,
después de que el Consejo Superior de la Judicatura ordenara que los procesos
por las ejecuciones de civiles por parte de las Fuerzas Armadas, conocidas como
“falsos positivos”, se mantengan en la competencia de la justicia
ordinaria.
Actualmente la Fiscalía
General de la Nación adelanta más 1.200 investigaciones relacionadas con este
delito, con base en denuncias hechas en 13 departamentos de Colombia y que
involucran a más de un millar de uniformados, de los cuales 48 están a punto de
ser llamados a juicio por el caso de Soacha.
En lo corrido de 2009 se han denunciado 4 nuevas víctimas en diferentes
partes del país.
Hasta el momento, ninguna prueba compromete al
gobierno central, ni a la cúpula de las Fuerzas Armadas de Colombia.
****
ADENDA 2: En el año 2012, el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Cundinamarca emitió el fallo en el juicio llevado a cabo por la desaparición y muerte de Fair Leonardo Porras. La parte resolutiva determina, entre otros aspectos:
- Condenar al Mayor retirado del Ejército Marco Wilson Quijano, a una pena de 51 años de cárcel por los delitos de desaparición forzada en concurso con homicidio agravado.
- Condenar al Teniente del Ejército Diego Aldair Vargas Cortés a una pena de 52 años de cárcel por los mismos delitos, además de falsedad ideológica en documento público.
- Condenar al Cabo Segundo del Ejército Carlos Manuel González Alfonso, a una pena de 35 años por ser coautor del delito de homicidio agravado.
- Condenar al Soldado Profesional del Ejército Richard Ramiro Contreras Aguilar, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de homicidio agravado.
- Condenar al Soldado Profesional del Ejército Ricardo García Corzo, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de homicidio agravado.
- Condenar al Soldado Profesional del Ejército Ricardo García Corzo, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de homicidio agravado.
-
Condenar al Soldado Profesional del Ejército Carlos Antonio Zapata Roldán, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de
homicidio agravado.
En agosto de 2013 el Tribunal Superior de Cundinamarca otorgo al homicidio de Fair Leonardo Porras la categoría de "Delito de Lesa Humanidad". Aumentó las penas de 35 a 55 años de cárcel para los soldados profesionales y cabo segundo implicados en los hechos.
[i]
Tenía los ojos
azules. Azules como una gota de aceite de menta suspendida en un mar
tranquilo. Ojos bellos, ojos
buenos. Niño de pan y leche, aferrándose
a la vida y avanzando desde el dolor hasta la incertidumbre…
ii Abrazado
a tu cuerpo como el tronco a su tierra,/ con todas las raíces y todos los
corajes,/¿Quién me separará, me arrancará de ti?, / Madre” -Miguel Hernández-
[iii] En mi tiempo primero, el viento se dormía y no cesaba
de nevar. Solos, el frío yo, mirábamos
al cielo desaparecer. Solos, el frío y
yo, nos arrullábamos en la más tierna oscuridad.
[iv] “Todo Sol oculto / Toda fuente de los espejos en el fondo
del agua/ Todo espejo de los espejos rotos/ Un rostro en las balanzas del
silencio/ Un guijarro entre otros guijarros/ Por las frondas de los últimos
resplandores del día/ Un rostro semejante a todos los rostros olvidados” -Paul Eluard-
[v] De mí se dirá una huella sin hombre. Aprisionado en mi silencio soñará mi
ayer. ¿Quién escuchará estas hogueras,
estas cenizas? ¿Quién dirá que sí estuve
aquí?
[vi] “Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi / esta tarde lavando en el río./
Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre/ este río negro de tu ausencia.” -Dulce María Loynaz-
[vii] Huracanes de
silencio me acecharon desde sus secretos.
Todos los mares se extendieron sobre la tierra, mantos de oscuridad
infinita me besaron en su noche eterna.
La bestia me miró a los ojos desde su más insidiosa soledad….
[viii] La verdad es un rebaño de tedios, pastoreados con
cautela hacia un abismo. La verdad… pobre huérfana de la palabra. La verdad…
Ese rostro imposible de la vida.
[ix] Y las fieras
apurarán el paso, ante el rumor de mi carne destrozada. Mi sangre será su sed, y mi miedo su
alimento. Sus pies pisotearán una
piedra, y otra, y otra… Señalarán el
retorno hacia mi voz…
[x] Vestido de
tierra, soporto tus gritos a lo lejos.
Tiemblo. En el campo no luchado
abandonaste mis heridas. Tu odio me
incrimina, me absuelve; me trae de nuevo
desde la espesura del olvido.
[xi] “Silencio
que naufraga en el silencio / de las
bocas cerradas de la noche. / No cesa de callar ni atravesado. / Habla el
lenguaje ahogado de los muertos.”
-Miguel Hernández-
[xii] Tus palabras
caen sobre mi cuerpo, como una tormenta de alfileres. Me confinan al destierro, en un océano de
ojos. Tu voz, prisión de mi
abandono. Tu dedo, la llaga en mi
memoria.
[xiii] “Yo no quiero
más que esa mano / para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía. /
Yo no quiero más que esa mano / para tener un ala de mi muerte.” -Federico García Lorca-
[xiv] En esa fiesta
brindaste por mi nombre, y yo era el vino.
Ese calor que corría por tu cuerpo, era yo, en mi viaje definitivo hasta
tu sangre. Voy a dormirme entre tus
venas; voy a despertar en tus insomnios…
[xv] “ Disipa
el día, / Muestra a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia, / Quita
a los hombres la posibilidad de distraerse, / Es duro como la piedra, / La
piedra informe, / La piedra del movimiento y de la vista, / Y tiene tal
resplandor que todas las armaduras y todas las máscaras / quedan falseadas. / Lo
que la mano ha tomado ni siquiera se digna tomar la forma / de la mano, / Lo
que ha sido comprendido ya no existe, / El pájaro se ha confundido con el
viento, / El cielo con su verdad, / El hombre con su realidad.” -Paul Eluard-.
Increíble... En realidad, poco para decir... La realidad supera a la ficción... Excelente escrito, excelente historia... Un sentido abrazo, desde la distancia, para Luz Marina y Fair Leonardo...
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