sábado, 17 de agosto de 2013

Fábula de un niño con la mirada azul



Por: Edith Sánchez

Fíjese cómo es la vida: el niño iba a nacer normal. Pero un carro me atropelló cuando yo tenía cinco meses de embarazo; al bebé se le desprendió parte de su cerebro y nació un mes después del accidente.  Yo me lo llevé para la casa y unas semanas más tarde se puso muy malito:  le dio una fiebre que no se bajaba con nada y le empezaron unas convulsiones tremendas.  Cuando tenía 4 meses, los médicos le diagnosticaron meningitis y ahí me tocó hospitalizarlo.  Sin embargo, el niño seguía demasiado enfermo; le hicieron de todo, le sacaron líquido cefalorraquídeo, lo mantenían intubado…  Me decían que el mayor riesgo era que se muriera, o que quedara paralítico o con un retardo mental… Después de un tiempito, ya los médicos lo desahuciaron porque en vez de mejorar, se puso peor; el médico me dijo:  “Mira Luz Marina, tu hijo ya ha estado conectado siete meses; yo creo que ya es hora de desconectarlo, y que sea lo que Dios quiera”.  Yo di mi autorización y entonces le quitaron todos esos tubos y yo me lo llevé otra vez para la casa.


Ahí ocurrió un milagro.  Imagínese que llamó un hermano mío de Villavicencio y me dijo que llevara al niño allá, porque había una doctora muy buena que de pronto podía curarlo; que ya era lo último que íbamos a hacer por ese bebé.  Yo viajé y cuando la doctora valoró al niño me dijo que, efectivamente, le quedaba muy poco tiempo de vida.  Luego me mandó comprar cinco inyecciones, las mezcló todas y le aplicó eso.  Después me dijo: “Salga y vamos a ver qué efecto tiene la droga, a ver si el niño reacciona”.  Yo salí, con el alma en la mano, y como a la media hora me llamó para decirme: “Luz Marina, te felicito.  Tu niño tiene muchas ganas de vivir.  Mira, ya hasta abrió los ojos”.  Ahí fue cuando yo le vi por primera vez los ojos a él y me di cuenta de que eran azules… antes no había abierto los ojitos[i].  

Después la doctora le formuló unas vitaminas especiales que se tenían que traer de Estados Unidos y me dijo que sólo podía darle de comer lo que ella me ordenara.  El niño comenzó a normalizarse, se fue engordando y ya a los dos meses tenía un peso normal.  Pero mi hijo quedó con una discapacidad cognitiva, un retardo, y también con un problema en el lado derecho del cuerpo, no tenía fuerza ni en la mano, ni en la pierna; por eso le ordenaron unas terapias físicas y del lenguaje.  Con ese tratamiento, por ahí a los 14 meses caminó, pero le costaba mucho.  La doctora me dijo que tranquila, que con el tiempo él podía construir sus propias defensas y desarrollar fuerza en esa mitad del cuerpo que tenía malita.

A mí me tocó sola todo ese tiempo, porque mi esposo, Carlos Porras, trabaja manejando una mula y él se puede decir que nunca está en la casa; siempre está viajando.  Es un hombre muy responsable con sus obligaciones económicas, es muy especial, pero no se mete mucho en las cosas del hogar por su trabajo; entonces a mí me ha tocado de papá y mamá con mis hijos.

Al niño le puse de nombre FAIR LEONARDO porque siempre me han gustado los nombres raros.  Vea que mi hijo el mayor se llama John Smith, y mis hijas, que son menores, una se llama Dolly Catherine y la otra Liz Caroline; mi nieta se llama Aisha Daniela…  me gustan los nombres así, que no sean comunes.  Pero a Fair Leonardo nadie le decía ni Fair, ni Leonardo, sino que todo el mundo lo llamaba “Gringo”, por lo que era monito de ojos azules.  

Tuve muchos problemas con mi hijo mayor, con John Smith, porque él quería todo el tiempo que bañarlo, que vestirlo, que amarrarle los zapatos…  lo sobreprotegía mucho.  Me tocó hablar con él y decirle que no hiciera eso, que lo dejara solo, que lo estaba obstaculizando para que fuera independiente y seguro de sí mismo.  Claro que de todas maneras, uno con un niño así tiene que estar muy pendiente, pero yo desde un comienzo traté de enseñarle a que se defendiera por sí solo.

Fair Leonardo era, en cierto modo, muy travieso.  Mire que yo trabajaba vendiendo mercancía a crédito y una navidad me lo llevé para San Victorino; él tenía como dos años.  Y resulta que subimos a un edificio, un noveno piso, cuando de pronto fue que yo volteé a mirar y ya no lo vi.  Le cuento que casi me vuelvo loca.  Yo bajé y no sabía qué hacer, porque había demasiada gente en todos lados; yo veía a todo el mundo caminando como hormigas, de aquí para allá…  fue desesperante ver esa multitud de gente.  Entonces yo caminé y me metí como por un callejón y de pronto fue que lo vi en una tienda con un puñado de tapitas de cerveza, acomodándolas, como formando una torrecita…  Pero eso fue horrible para mí, casi me muero del susto ese día.

Él no era como los demás niños, no le gustaban los juegos de fútbol, ni la televisión, ni nada de eso.  Lo que sí le fascinaba era el basquetbol, pero nada más.  No tenía juguetes especiales.  Sólo un muñeco que una amiga mía le trajo de Alemania.  Era un ratón, y una vez se le rompió un bracito; y como mi esposo tiene un hermano que le falta un brazo y le dicen “el mocho”, entonces él le puso a ese muñeco “mi tío Luis, el mochito”.  Para él, ese ratón era su tío.  Pero en realidad, Fair Leonardo se sentía a gusto era estando con la gente adulta.  Desde pequeño se iba a ayudarles a los de la Junta de Acción Comunal a pegar afiches, a repartir volantes, o camisetas, o esas cosas.  Se la pasaba con gente mayor, siempre quería estar en las conversaciones de los adultos…


A mí el pediatra me dijo que no le pusiéramos mucho cuidado a la discapacidad de él, que lo metiera a un colegio común y corriente a ver qué lográbamos con eso.  Y así lo hice.  Lo matriculé en pre-kínder y eso fue un problema porque a la profesora le pareció muy lindo, y se la pasaba con el niño alzado dictando clase; y él todo el día durmiendo en los brazos de la profesora.  Ella se cansaba y lo mandaba para otro curso… Allá duró dos años, pero no logramos nada, no se hizo nada.

Ya después de eso yo le busqué un colegio de educación especial, pero en ese momento yo no tuve ninguna asesoría y lo puse en un colegio que era sobre todo para niños con Síndrome de Down.  Entonces el problema fue que él entró allá y empezó como a imitar a los compañeritos; él comenzó a moverse así, a balancearse cuando estaba de pies, dejaba que se le escurrieran las babas…  Hasta que un día yo le dije: 

-¿Por qué así, papito?
-Mami, es que así hace mi amigo  -me contestó él.
-No, mi amor, pero es que tú no eres como tu amigo..
-Bueno, mami, no lo vuelvo a hacer.  

Ése no era un colegio adecuado para él y Fair Leonardo comenzó a aburrirse porque le tocaba estar pendiente de los otros niños, llevarlos al baño y todo eso.  Entonces un día él me dijo:  

-Mami, no gaste más plata conmigo.  Yo no voy a aprender a leer ni a escribir. 
-Pero, ¿por qué no?  Tú eres un niño muy inteligente…
-No mami, allá en ese colegio los niños rompen todo y me echan la culpa a mí, y yo no hago nada.  Entonces no mami, dejemos así, no más colegio.[ii]

Ya el niño se quedó en la casa.  Y con él no tuve mayores problemas.  El único problema es que un niño así es demasiado indefenso, demasiado inocente.  

Una vez él estaba con el hermano, con John Smith y de pronto yo miré y dije “¿Dónde está “Gringo”?”, porque no lo vi por ahí.  Comenzamos a buscarlo y no lo encontramos por ninguna parte. De pronto, yo iba a servirle el jugo del almuerzo a mi hermano, que estaba de visita, y abrí la nevera…  y cómo le parece que ahí estaba Fair Leonardo, adentro de la nevera.  Se había puesto dos sacos, de esos saquitos ecuatorianos, y estaba así, acurrucado, con la cara hacia el congelador, viendo cómo le caía esa nevadita en la cara.   Yo en esa época estaba embarazada de mi tercera hija y yo sentía que esa niña me daba vueltas en el estómago, de tanta angustia que yo tenía.[iii]

Otra vez, cuando “Gringo” tenía como once años, mi hermano se lo llevó para San Victorino porque tenía que comprar una olla express y dos cucharones.  Mi hermano se agachó por ahí a escoger las cosas y cuando volteó a mirar ya no vio al niño.  Pero mire que mi Dios es muy grande.  El niño llegó solo a la casa como a las 4 de la tarde.  Yo le dije “¿Y su tío?”  Dijo:  “No, mi tío se me perdió, entonces yo me vine”.  Entonces eso pasó así, cuando ya como a la una de la mañana, mi hermano llegó a la casa llorando, desesperado, y me dijo:  

-Ay Marina, yo tengo que decirle algo, pero no sé cómo decirle… 
-¿Qué pasó? 
-Marina, “Gringo” se me perdió.  Yo no sé cómo pasó eso, fue en un momentico. Empecé a buscarlo, a buscarlo, a buscarlo…  fui al CAI y puse el denuncio y toda esa policía me ayudó a buscarlo por la Jiménez, por la Décima, por todo lado, pero no lo encontré.  

De pronto fue que mi hijo escuchó la voz de él y salió de la pieza diciendo “¡Hola tío!”…  Mire que yo no podía de la risa y vi que mi hermano estaba como a punto de darle un mangazo al niño.  Pero de la misma desesperación que él tenía, más bien lo cogió, lo abrazó, lo tocaba, lo miraba… lloraba…  Y le dijo:

-¿Y usted cómo fue que hizo para llegar aquí? 
-No, pues como usted se me perdió y yo le dije a un señor que era mi amigo, que me regalara plata para el bus porque mi tío se me había perdido.  Entonces el señor me dio la plata, paró el bus y me subió y le dijo al chofer que me llevara a Soacha Compartir, que yo sabía dónde bajarme…  

Y dizque el señor le dijo al conductor que el niño era hijo de él…  Mi Dios es muy maravilloso, yo no me canso de darle gracias por todo lo que me ha dado en la vida…

Esas experiencias eran anécdotas, cosas graciosas que sucedían con Fair Leonardo.  Pero en otra ocasión sí tuvimos una experiencia dolorosa, porque él se perdió realmente y eso fue lo más horrible de la vida.  Eso pasó cuando él tenía como 14 años.  Se fue con un amigo y el amigo no se dio cuenta de que “Gringo” no sabía ubicarse en una ciudad y lo dejó por ahí solo, entonces el niño se perdió.  Comenzó a caminar por las calles y la policía lo recogió y lo llevó para Bienestar Familiar.  Yo lo busqué por todo lado, hasta que afortunadamente alguien me dijo que preguntara en los albergues de niños; y preciso, después de dos meses, lo encontré en el Bienestar Familiar de Villa Javier.  Mire, eso fue para mí fue la felicidad más grande.  La directora de allá me dijo, “Es que a él le pregunta uno:  ‘¿cómo se llama su mamá?’...  Y él contesta:  ‘No tengo mamá’.  ‘¿Cómo se llama su papá?’  ‘No tengo papá’.  ‘¿Tiene hermanos?’  ‘Sí’  ‘¿Cómo se llaman sus hermanos?’  ‘Yo no sé’.  Y así por el estilo…”  Y yo le decía a esa señora que me extrañaba eso, pero es que es tan difícil entender el mundo de un niño así…  Después de que hablamos, ella me dijo:  “Espérese un momento y se lo mando a llamar, porque ahoritica ellos están en clase”.  Al rato lo mandaron traer y cuando él me vio, yo creo que esa fue la alegría más grande que él tuvo en su vida…  él lloraba y lloraba…

Un niño grande

Fair Leonardo aprendió a trabajar como ayudante de construcción.  Se lo llevaban para que ayudara a tumbar un muro, o mezclar cemento o alcanzar las cosas…  También ayudaba a hacer trasteos…  Pero en sí, la única vez que trabajó así, estando en nómina y todo, fue cuando empezaron las pavimentaciones de Compartir y a él lo contrataron para romper las calles y todo eso.  Es que él era grande, medía 1,75 y tenía bastante fuerza, era muy resistente para el trabajo.  Y a él no le importaba si le pagaban o no, porque a él no le interesaba el dinero y tampoco sabía distinguir la denominación de los billetes, el valor de cada billete.  Incluso un señor Luis con el que trabajó, se lo llevaba a mezclar cemento los días completos, y ese señor nunca le pagaba; y yo le decía al “Gringo”: “Pero papito, ¿no ve que su trabajo vale?”, pero él contestaba:  “Ay mami, la idea es que uno no se quede aburrido por ahí”.


Él era una persona muy colaboradora, le gustaba que todo el mundo lo tuviera presente.  Era muy activo, le gustaba ser útil.  Una vez estuvimos en el barrio Compartir sin agua, por unos racionamientos que hacían; y yo no me explico cómo, pero él madrugaba y se iba yo no sé para dónde y por aquí llegaba con agua para suplir a todo el mundo.  Yo no sé cómo hacía…  Lo cierto es que mucha gente llegaba a la casa a preguntarlo para que les hiciera trabajos, que romper un muro, que sacar unos escombros, todas esas cosas.  Y a él también le gustaban mucho las manualidades.  Aprendió macramé para hacer pulseras, así con la bandera de Colombia.  No sé de dónde sacaba el hilo, pero las hacía. 

Lo que sí era como su gran ideal era aprender a leer y a escribir.  Un día me dijo: 

-Mami, esas niñas de allá me molestan…  Me dicen que “Gringo”, que si quiere ser mi novio… que cuando me invita a bailar...  

-Bueno, ¿y no le gusta ninguna de ellas?  -le pregunté yo.
-Pues sí, están muy bonitas… ¿pero qué?… 
-Papi, lo que tiene que hacer es aprender a leer y a escribir y así les escribe unas cartas bien bonitas a ellas. 
-No, mami, es que por más que yo trato de aprender, no se me queda nada. 
-No, papi, que no sea tanto el afán.  Despacito, despacito y así lo va logrando…  

Entonces en el 2007 él escuchó que había un programa de Cafam en los colegios públicos, para las personas que quisieran aprender a leer y a escribir, y él se matriculó.  Allá le ponían planas, vea que yo tengo una agenda donde él tiene esas planas, que “ma-me-mi-mu” y todas esas cosas.  Y le cuento que él hacía despacito, muy despacio, pero si él hubiera llegado a escribir, habría tenido una letra muy linda.  Zurdo y todo, pero estaba aprendiendo.[iv]

Él era una persona muy inocente, no distinguía el bien del mal; si usted le ponía aquí a una persona que robaba, y aquí a otra persona que consumía drogas y enseguida a otro que obraba bien, él los trataba a todos por igual.  Para él, todo el mundo era su amigo, a todo el mundo le decía “usted es mi amigo”.  Demasiado inocente.  En el último cumpleaños, cuando cumplió 26, él me dijo:  “Mami, hay unas muchachas que quieren celebrarme los cumpleaños, ¿será que usted me da permiso?”  Y yo le dije “Claro, papi”.  Y luego él me dice que dizque:  “Es que ellas dijeron que me querían partir el bizcocho”, y luego soltó la risa y se tapó la cara.  Yo también me reí y le dije “Venga pues lo afeito”, porque él no sabía afeitarse, se cortaba mucho.  Él tenía un cuerpo de adulto, normal, pero su mente era la de un niño de 9 años; el médico le dictaminó un 53% de discapacidad.

La relación de él conmigo era muy especial.  Era muy cariñoso, siempre me decía “Madrecita, yo la amo mucho”.  Siempre me llevaba una rosa roja, o una rosa amarilla…  le encantaban las rosas; o cuando estaba trabajando me llamaba y me decía “Mami, ¿ya almorzó?”  Y si yo le decía “No señor”, entonces él me llegaba con medio pollo, con algo así; él era muy detallista para todas las ocasiones.  Cuando tenía plata, le pedían y él extendía los billetes y decía “Cojan”, a él no le importaba qué billete cogieran.  Todas las noches llevaba una bolsa de leche, el pan para el desayuno y las onces de mi nieta, de Daniela, que él la adoraba; entonces le llevaba un paquetico de papas y un yogurt para las onces.  Era muy buen hijo, no molestaba por la comida, lo único que no le gustaba era la sopa; de resto, comía de todo, pero eso sí, su platillo favorito era la pasta y los fríjoles, le fascinaban demasiado.

Otra cosa es que Fair Leonardo pertenecía a una iglesia cristiana, y creo que fue con ellos que él comenzó un trabajo de ir a la cárcel El Buen Pastor todos los sábados, a llevar el Nuevo Testamento y pequeños regalos, mensajes para darles ánimo, fuerza, valor a esas mujeres.  Los viernes, “Gringo” compraba unas tarjeticas y unas flores artificiales, y le pedía el favor a las hermanas de que le escribieran algún mensaje bonito; al otro día les llevaba eso a las reclusas…  Yo creo que una de esas muchachas estaba como enamorada de él, porque le escribía unas cartas demasiado lindas y decía que cuando saliera lo iba a buscar.  Mire, lo de ese trabajo en la cárcel yo no se lo he comentado a nadie, hasta ahora que se lo digo a usted.  Y no había mencionado nada de eso porque no falta el que diga “¡Claro!  ¡Si se la pasaba en El Buen Pastor, quién sabe qué clase de contactos tenía allá!”[v]

El niño sin sombra

El ocho de enero del 2008 salí yo a las seis de la mañana con mi esposo, a sacar la cédula y el pasado judicial de Fair Leonardo.  Él se quedó con el hermano mayor, ambos durmiendo.  John Smith dice que a las 12 del día “Gringo” recibió una llamada en el celular y entonces se levantó, se bañó y se vistió.  Luego se sentó a comer.  Entonces John Smith le dijo que lo acompañara a trabajar, pero Leonardo le contestó:  “es que yo tengo que ir a donde un patrón a que me dé una plata”. Para él toda persona con la que hacía un trabajo era un patrón.  Luego, ellos salieron juntos de la casa a la 1:30 de la tarde, y en la esquina se despidieron.  Yo llegué como a las 3:30 y no había nadie. Cuando ya eran las 9 ó 10 de la noche me extrañó que Leonardo no llegara, pero yo pensé que estaba con el hermano.  John llegó como a la una de la mañana y yo le dije: “Papi, ¿dónde está Leonardo?”  Me dijo, “Mamita, la verdad no sé , yo sólo sé que él iba para donde un patrón; pero tranquila mami, seguro él se fue luego para donde mi tío Luis”.  Bueno, esa noche pasó así.  Al día siguiente, muy a las ocho de la mañana empecé a llamar a todo lado, a mi familia, a los sitios que más o menos él frecuentaba.  Yo ya estaba preocupada porque él nunca se perdía así, él avisaba, me decía para dónde se iba.  Lo cierto es que yo me comuniqué con todo el mundo, y todos me dijeron que no, que no lo habían visto, que no sabían nada de él.


Esa mañana la pasé esperando a que él llegara, pero ya a las 12 del día estaba muy angustiada porque nada y nada…  Como a las 5 de la tarde fuimos a la inspección de policía, pero allá nos dijeron que no nos podían recibir un reporte de esos hasta que no pasaran 72 horas.  Nosotros seguimos llamando a todas partes y nos fuimos con mi hija Dolly a preguntar en la calle, en los paraderos, en sitios donde él solía ir.  Nadie daba razón.  El día 10 de enero también estuvimos preguntando por todas partes, y nada.  Cuando pasaron las 72 horas fuimos a poner el denuncio en la Fiscalía de Soacha, pero otra vez no nos lo quisieron recibir; nos dijeron que eso era una pérdida de tiempo, que seguro él estaba por ahí donde los amigos.  Pasado un mes, volvimos a tratar de poner el denuncio, pero tampoco; dijeron que “Eso él debe estar con la novia pasando muy bueno; deje así, que eso en cualquier momento aparece”.  Y ahí fue cuando agotamos las esperanzas de encontrarlo con la ayuda de la fiscalía de Soacha.

Entonces, prácticamente desde el día de la desaparición, a nosotros nos tocó comenzar a buscarlo por nuestros propios medios.  Fuimos a casas de albergue, a hospitales, a clínicas; fuimos al INPEC…  porque no podíamos descartar que estuviera preso por algo…  Que alguien le hubiera dicho “oiga, lleve este paquete” o algo así, y de pronto se hubiera metido en algún problema, o que lo hubieran cogido por error…  Pero nada, no aparecía por ninguna parte.  Yo me sentía desesperada porque él era una persona que no se podía defender, y yo tenía miedo de que alguien se aprovechara de la inocencia de él, que abusaran de él, en toda la extensión de esa palabra…  Yo me estaba muriendo de los nervios…[vi]

Nosotros tampoco descartábamos la idea de que hubiera sufrido un accidente, de que hubiera perdido la memoria, de que alguien abusivamente le hubiera dado drogas, escopolamina o algo así.  Entonces tomamos la idea de salirnos de aquí de Soacha y empezar a buscarlo en Bogotá.  Lo más terrible fue que a partir de Marzo varias personas, supuestamente, comenzaron a verlo en todas partes y ahí mismo nosotros nos íbamos a ese sitio a preguntar por él.  De todas maneras yo, en mi corazón de madre, sentía que algo no encajaba ahí.  

Más adelante nos tocó empezar a buscarlo entre las personas indigentes de la calle, con muchos riesgos, porque hubo demasiada gente que se ponía muy agresiva cuando les preguntábamos por él.  Entonces uno tenía que llevar suficiente dinero, o comida, o cosas para darles, o una moneda.  Mi hijo John Smith se metía por allá en esos “cartuchos” de Bogotá, en “ollas” donde vendían drogas, pero no encontró nada.

Yo empecé a ir a Medicina Legal cada 8 días, para ver si aparecía dentro de los cadáveres.  Y cada vez que yo salía de allá, le daba Gracias a Dios porque sabía, o quería saber, que él todavía estaba vivo.  Yo no quería tener ningún pensamiento negativo en mi mente.

Esa situación era desesperante.  Nos descontroló a todos, a toda la familia.  Yo todas las noches me acostaba y pensaba que yo estaba bajo un techo, pero que mi hijo quién sabe en qué condiciones estaría durmiendo.  Mi esposo me regañaba, porque yo ya no paraba en la casa; salía temprano y volvía a las 12 de la noche, 1 de la mañana, todo el día buscando a mi hijo; entonces mi esposo se enojaba, me decía que no me matara tanto, que yo no tenía calma ni para dormir…  ¿Pero cómo iba a tener calma?...  Mis hijos me apoyaron mucho, todos pendientes de encontrarlo.  Pusimos la foto de él en RCN, hicimos de todo.

Ya yo me di cuenta de que la denuncia por la desaparición de él también se podía poner en Bogotá, entonces fui a la Seccional Cundinamarca del CTI, y allá me pidieron 15 fotos, supuestamente para distribuirlas a nivel nacional; pero eso ya fue muy tarde, el 8 de septiembre del 2008.

Fueron ocho meses de incertidumbre, de desesperación.

Ya no crecerá

El 16 de septiembre, a las 11 de la mañana, me llamó la doctora Diana Ramírez, de Medicina legal de Bogotá, y dijo:  “Doña Luz Marina, yo quisiera que usted viniera hasta aquí”.  Cuando ella me dijo eso, le digo que en ese momento yo solo quería desaparecerme.  A mí las piernas me temblaban, mi cabeza me daba un sinfín de vueltas; me imaginaba tantas cosas…  Tenía muchos sentimientos encontrados…  Cuando ella me dijo “necesito que venga”, yo dije “acá terminó la búsqueda”.[vii]



Yo estaba con mi hija mayor, pero ella no podía ir a acompañarme porque tenía que ir a recoger a la niña en el colegio, entonces me dijo, “mamita ¿cómo hago para acompañarla?”; le dije “No mija, vaya y recoge la niña, y yo mientras tanto voy a medicina legal, a ver para qué me necesitan”.  Me fui sola, cogí un colectivo que decía “Palermo”, pero le cuento ese trayecto fue para mí una eternidad…  fue la segunda vez que el tiempo para mí se volvió una eternidad.  La primera vez fue cuando la doctora me dijo que a mi hijo le quedaban minutos de vida, y esos 20 minutos fueron una vida entera…  Mientras caminaba hasta Medicina Legal, como que no caminaba en el piso, como que yo iba por el aire, no sé…  es algo inexplicable…  

Al fin llegué, llamaron a la doctora y me hicieron seguir al tercer piso.  Allá una de las doctoras me preguntó que a quién era que yo estaba buscando.  Yo le conté.  Cuando de pronto fue que miré a la mesa de ella y había una hoja de oficio…  ¡Huy Dios Mío!... con una lista de nombres completa.  Y el primero que encabezaba la lista era mi hijo.  Me pidieron el número de la cédula de él, el nombre completo.  Me dijo, “Bueno, doña Luz Marina, yo le voy a mostrar algo…  Espero que usted esté calmada, que usted analice muy bien lo que va a ver y me conteste lo que yo le pregunte”.  Entonces me acercó una silla al computador de ella y puso los datos…  Cuando se abrió esa foto…  Esa foto yo la vi…  O sea, yo creo que fue la pesadilla más grande de mi vida…  Era mi hijo…  Trataron de mostrarme una foto en la que no se veía mucho el rostro destrozado de él…  A él le metieron un tiro por la nuca y le destrozaron media mandíbula…  Se veía que le faltaba medio rostro…  Yo miraba la foto y no podía creerlo…  Yo le pregunté: 

-¿Cuándo falleció mi hijo?
-Él murió el 12 de enero  -me contestó ella.
-¿Y puedo saber dónde se encuentra mi hijo?  Quiero recuperar el cadáver de él. 
-Su hijo se encuentra en Ocaña, Norte de Santander.
-¿Y a dónde queda eso?  Yo soy colombiana, pero yo ignoro dónde queda eso…  -Ella me explicó-.  Bueno, ¿y cómo murió? 
-Doña Luz Marina, yo es muy poco lo que tengo que decirle…  pero en Ocaña, en el momento en que usted vaya a recoger el cadáver de su hijo, le van a explicar todo lo que pasó.  

La doctora me leyó la lista que tenía ahí para ver si yo conocía a alguien, o a algún familiar de esas personas.  Eran como 30 nombres, pero yo no conocía a ninguno. 

Entonces dijo  “Bueno, yo me voy a tomar la tarea de buscar aunque sea a unas cuatro o cinco familias de esta lista, para que viajen juntos a Ocaña; porque si van varios, nosotros acá, de parte de Medicina Legal, logramos que las escuchen y les hagan las exhumaciones.  Es que cada exhumación vale 450 mil pesos, y si hacen la exhumación colectiva, vale los mismos 450 mil”.  Luego me dijo: 

-Bueno, ahora voy a leerle los rasgos de su hijo.  –Me señaló varias cosas y al final dijo-  El pie derecho tiene un dedo como si estuviera lastimado.  
-No, no era que lo tuviera lastimado, lo que pasa es que por la discapacidad que él tenía, cuando él iba a caminar lo doblaba, lo montaba encima del dedo siguiente. 
-Ah, ya veo…  Bueno, ahora voy a leerle la ropa con la que se encontró él:  Una chaqueta de cuero talla 44, una camiseta azul, un pantalón a cuadros naranja, ropa interior brasilera…  y botas de caucho…
-Él no usaba nada de eso, él usaba bóxer…  Nada de lo que usted me está pintando ahí, nada corresponde a mi hijo. 
-¿Está segura?
-Estoy completamente segura.  

Al final me dijo:  “Bueno, doña Luz Marina, vamos a estar en contacto y tan pronto yo ubique a las otras familias, yo la llamo para que se conozcan y todas viajen el mismo día para hacer la exhumación”.  Y yo dije, “listo”.

Desandar una locura

Yo salí de ahí, y yo no sabía para dónde irme.  No me ubicaba, no podía coordinar.  Lo cierto fue que como a las 7 de la noche aparecí en el apartamento de mi sobrina, no sé cómo hice para llegar allá, no sé.  No me acuerdo de nada, sólo hasta las 7 de la noche, ella me estaba preguntando y yo todavía no coordinaba bien.  Me ofreció un tinto y no se lo recibí, salí y me fui para mi casa.  Cuando llegué, mis hijas me preguntaban: 

-Mami, ¿qué le pasa, qué tiene?  
-Mataron a “Gringo”.
-¡No, mami!
-Sí.  Lo mataron. 
-Mami, ¿no será que sumercé se metió una película? 
-No, yo lo vi, yo lo vi.  


No me creían, pensaron que yo había mirado mal.  De pronto fue que mi esposo llamó y le dijimos, él quedó muy impactado.  Después llamó John Smith, él me llamaba todos los días para saber si se había sabido algo de Leonardo.  Cuando llamó, todas llorando, le dijimos “Mataron a Gringo” y él dijo “¿Cómo así?”  Se puso furioso…  Al rato llegó a la casa y dijo “No mami, no voy a trabajar más, yo no podría trabajar”.  Mi esposo llegó esa noche a la casa, como a las 2 ó 3 de la mañana,  y dijo:  “No, yo no lo puedo creer…  Vamos temprano, yo quiero mirar”.  Y los demás también dijeron que querían ir.  Nos fuimos todos a Medicina Legal al otro día y nos mostraron las fotos.  No, eso fue algo que ninguno aceptaba ver, no lo aceptábamos de ninguna manera…[viii]

Ya empezamos a hacer todas las vueltas para el servicio funerario mientras nos daban la salida para Ocaña, y nos tocó endeudarnos con todo el mundo.  Nos cobraban 15 millones de pesos por el traslado del cadáver y todo lo demás, pero al fin pudimos conseguirlo por 8 millones.  Los amigos de mi esposo nos prestaron, porque en realidad teníamos un seguro exequial, pero en el momento en que lo necesitamos, no nos quisieron responder.

La sobrina de mi esposo nos prestó un carro para viajar a Ocaña.  Y el 23 de septiembre nos llamaron nuevamente de Medicina Legal.  Cuando llegamos ahí estaba la Señora Flor, la Señora Elvira y la Señora Blanca Oviedo.  Solamente cuatro familias.  De pronto llegó un periodista y nos preguntó; cada una decía  “Es que a mi hijo lo mataron en Ocaña”, todas decíamos lo mismo.  Él nos cogió las fotos y eso salió en las noticias de medio día; ahí comenzó el escándalo de los mal llamados “falsos positivos”.  Pero yo no le quise dar la foto de mi hijo, yo le dije “es que yo no estoy vendiendo nada, no estoy promocionando nada, no quiero que salga por televisión, a mí hágame el favor y me respeta”.  Entonces ese día salió solamente la foto de Joaquín Castro, de Julián Oviedo y de Elkin Verano Hernández.  Fueron las tres primeras fotos que salieron al aire, el 23 de septiembre del 2008.  La mía no la dejé sacar, por seguridad a mis hijos, a mi esposo…  

Luego la doctora nos reunió en la capilla de Medicina Legal y nos dijo que ella quería que nos conociéramos, que intercambiáramos teléfonos, que nos colaboráramos entre nosotros mismos.  Nos preguntó que cuándo pensábamos viajar y todos teníamos en la mente irnos lo más pronto posible; entonces al final quedamos en que nosotros y Doña Carmen, la tía de Joaquín Castro, viajábamos inmediatamente; las otras dos familias viajaban por la noche y nos encontrábamos todos allá en Ocaña.

Nos fuimos a las 4 de la tarde.  Entre mi esposo y mi hijo se turnaban el manejo del carro.  Viajamos toda la noche, sin parar, solamente en el momento de ir al baño, o si ellos querían comer algo, porque yo no pude comer prácticamente nada en esos primeros tres meses desde que supe esa noticia.  Eso son 18 horas desde Soacha hasta Ocaña.  Llegamos allá a las 9 de la mañana del otro día, e inmediatamente nos fuimos para la fiscalía.  Al principio no nos querían dejar entrar, entonces nosotros comentamos quiénes éramos y ahí mismo, muy amablemente, nos colaboraron en todo..  Ocaña tiene una gente calurosa, excelente…  Ahí mismo nos hicieron entrar, nos atendió el doctor Rubén que es el fiscal de allá.  Sacaron el expediente y yo les pregunté que si podían decirme cuáles habían sido las causas de la muerte de mi hijo; entonces ellos me dijeron:  “Vea, él murió en un enfrentamiento con el ejército; él fue reportado como un narcoterrorista”.[ix]  Yo dije “¡¿Cómo?!”  Pregunté otra vez:

-¿Cuándo murió?
-Señora, a su hijo se le hizo el levantamiento de cadáver el 12 de enero de 2008; a las 3 de la tarde ya estaba en Medicina Legal.
-¿Pero cómo puede ser eso?...  Si uno se gasta 18 horas de Bogotá a aquí a Ocaña, usted cree doctor, que mi hijo se iba a volver guerrillero en menos de dos días?  Se supone que una persona para ser guerrillera, por lo menos le pongo yo, unos 6 meses de entrenamiento; entonces a qué horas mi hijo iba a ser guerrillero?… 
-Pues la verdad, eso mismo me pregunto yo…  Pero vea, es que su hijo se encontró con un arma en la mano derecha, una 9 milímetros... 
Yo me sonreí.  Entre la tristeza grande que yo llevaba, sonreí y dije: 
-Ahí fue el error más grande que ustedes cometieron…  
-Nosotros no, porque nosotros lo encontramos así, pero ¿Por qué dice que fue un error? 
-Vea, mi hijo era un chico de educación especial, no sabía leer, no sabía escribir, no identificaba la cantidad, el valor del dinero.  Y, además, por su discapacidad, él era zurdo; entonces yo no entiendo mi hijo qué hacía con un arma en la mano derecha. 
- Pues eso sí es una incógnita...  

La entrevista y duró de las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde…  Me preguntaron de todo, que qué había hecho yo desde que él desapareció, que como era la familia, que qué hacía él de trabajo…  Les conté todo…  Afortunadamente yo llevé un paquete completísimo de documentos, como para que no hubiera ninguna duda de nada de lo que yo estaba diciendo y dejé una copia de esos papeles allá.


Como a las 11 y media de la mañana llegaron las otras dos familias.  Ya a las 6 de la tarde fue cuando a todos nos dieron un papel para ir a Medicina Legal; allá nos atendió el doctor Holmans, el forense, y nos dio los papeles de ahí.  Yo le pregunté al doctor Holmans que si me permitía ver fotos de mi hijo, y él me mostró dos fotos del rostro de él y otra donde le entró una bala por la espalda.  Pero llamaron al doctor y no alcancé a toda la galería.  Yo todavía no he podido ver cómo fue que quedó mi hijo.  

De ahí, un representante de la Alcaldía nos llevó a la Funeraria Paez, y ahí nos dijeron dónde estaba cada uno de los cuerpos.  El señor dijo:  “hay uno que se encuentra a una cuadra de donde estamos, o sea en el Cementerio Central de Ocaña, que es Fair Leonardo Porras; él está en una fosa común, con 6 cadáveres más.  Los otros chicos se encuentran en la Vereda de Las Liscas”.  Quedamos con él en que a las 5 de la mañana comenzábamos la exhumación; yo le pedí que la de “Gringo” fuera la primera, porque no quería estar por ahí cuando llegaran los medios de comunicación, que venían detracito de nosotros.

A las 5 en punto de la mañana del día 25 llegamos al cementerio…  Estaban el representante del CTI de Cúcuta, el representante del CTI de Ocaña, la forense y el representante de la Alcaldía.  Y claro, los de la funeraria, los que iban a hacer la exhumación.  Yo le pregunté a la forense, “Doctora, yo necesito que usted me diga cuántos impactos de bala recibió mi hijo”, y ella dijo “Vea, a su hijo le pegaron 9 tiros por la espalda; fue terrible la forma en que mataron a este muchacho”; y me estaba empezando a explicar todo, cuando de pronto entró el ejército al cementerio.  Yo no sé de dónde salió todo ese batallón, pero en un segundo nos rodearon a todos.  Entonces dijeron:  

-¡A quién están exhumando!  ¡Necesitamos el familiar del que están exhumando!
-Mi nombre es Luz Marina Bernal y soy la mamá de uno de los muchachos  -dije yo.
-¡Tiene que respondernos unas preguntas! 
-¿Tengo?  Ustedes son los que me están buscando a mí, mas yo a ustedes no. 
 Yo tenía los sentimientos encontrados, de solo ver esos uniformes…  Yo les dije:
-Mire, yo sólo sé que mataron a mi hijo acá.  Yo lo que necesito es recuperar el cadáver, llevarlo para Bogotá y darle cristiana sepultura. 
-No, pero ¿quién era él?, ¿acaso usted no sabe que él era un guerrillero?
-No, él no era ningún guerrillero, qué les pasa, respeten…[x]
Total, me hicieron como una indagatoria larguísima, me preguntaron de todo y en el papel de ellos quedó como si yo hubiera ido a buscarlos a ellos, y no ellos a mí.  Eso fue horrible.  El CTI no nos dejó tomar fotos, apenas logramos sacar unas así, al escondido.

Cuando hicieron la exhumación vi que el cuerpo de mi hijo ya no tenía rostro, no había carne, no había nada…  estaba la sola osamenta.  Pero no sé si son las cosas de Dios, no sé cómo decirlo…  La única parte que tenía algo de carne era el dedo de su pie, el que tenía malito; era como si él me hubiera guardado esa señal para que yo lo reconociera, como si me estuviera diciendo:  “Mami, soy yo, lléveme, soy yo”.  Ese dedo del pie que estaba doblado, fue la única manera de saber que lo que nos íbamos a traer era realmente nuestro…

Foto tomada de: www.hoyesarte.com
El cadáver de él lo desactivaron, le aplicaron una cantidad de químicos; lo volvieron a embalsamar y luego lo pusieron en unas bolsas especiales.  Después lo metieron al féretro; y de ahí, por sanidad, le colocaron silicona a todo el ataúd …  Como a las 6 de la tarde llegaron los de la exhumación de Las Liscas, entonces ya acomodaron dos carros fúnebres, dos cadáveres en cada uno.  Como no había un conductor en ese momento, entonces le tocó a mi hijo John Smith; él dijo “Yo me voy en el carro donde está mi hermano”; luego se nos unió otro conductor, creo que en Aguachica, entonces se reemplazaban en la mitad de la carretera.  

Llegamos a Bogotá el día 26, a las 11 de la mañana, a la funeraria Los Olivos de El Restrepo; ahí hicieron una ceremonia muy bonita y luego se fueron tres carros fúnebres para Soacha, para “Campos de Cristo”, y el mío, en el otro carro fúnebre, salió para La Inmaculada.  Ése era el final de la búsqueda, con un dolor muy grande, grandísimo, pero a la vez con una conformidad de que había encontrado a mi hijo.  Terminaba esa búsqueda, pero entonces se preguntaba uno “¿Y ahora qué vamos a hacer?”[xi]

Palabras y más palabras

Ya después, en noviembre, alguien me dijo que tocaba colocar el denuncio aquí en la Personería, entonces yo vine y hablé con la doctora Aura, la personera delegada para los derechos humanos; vino mi hijo primero y luego vine yo.  Yo no la distinguía a ella, pero de pronto fue que me dijo:  “Doña Luz Marina, no puedo decir que lo siento, porque sólo usted como madre sabe qué tan grande es el dolor…  pero yo conocí a su hijo, cuando él era un niño pequeño, y yo vivía cerca de su casa; él era una persona especial, era muy amable, muy respetuoso con todo el mundo”.  Después me dijo que como varias familias estábamos en el mismo problema, entonces la Personería estaba reuniendo a todos y que sería importantísimo que nosotros también viniéramos. .  Entonces ya empezamos a reunirnos, a conocernos, y hasta el momento estamos reunidas 16 familias aquí en la Personería de Soacha. 

Inicialmente radicamos cartas donde el Ministro Juan Manuel Santos, donde el Fiscal, donde el señor Presidente, para que nos escucharan.  Pero tristemente ellos estaban muy ocupados y no podían atendernos.  Luego comenzó a colaborarnos mucha gente.  Nos ha colaborado, así de lleno, el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, de Iván Cepeda, ellos han estado ahí muy incondicionalmente; ANDAS también; otra es MINGA, y SEMBRAR, y Redepaz…  todos ellos, de una u otra forma, han estado ahí con nosotras.  Pero sobre todo la Personería de Soacha nos ha dado un apoyo muy importante, todo el personal de acá…  El doctor Fernando, la doctora Aura, Luis Fernando…  todos…


Lo que más queremos es que esto no lo tapen, que no lo olviden, que se sepa la verdad.  Fíjese que en octubre del 2008, el señor Presidente se paró ante los medios de comunicación a decir que los muchachos de Soacha no se habían ido a coger café, sino a delinquir alrededor de Ocaña.  Fue muy triste y muy doloroso para nosotras las madres saber que el Presidente de nuestro país estaba diciendo eso, sin tomarse la delicadeza de venir a investigar y decir, bueno, vayan y averigüen quiénes son esas familias, quiénes eran estos muchachos…  Y algunos medios de comunicación también resultaron diciendo que nuestros hijos eran guerrilleros, que tenían antecedentes con la justicia…  yo digo, ¿de dónde sacaron esto?  Bueno, y después el señor Presidente dijo que máxima pena para los militares que habían participado en los falsos positivos de Soacha, pero en febrero de 2009 se para y dice “compatriotas, los militares que están detenidos por los falsos positivos son personas de bajos recursos, no tienen cómo pagar un abogado”…  ¿Y es que acaso nosotros somos personas con demasiado dinero?  ¿No necesitamos también abogados?  Luego, él destituyó a 27 militares…  pero si usted analiza y busca en las noticias, los coroneles que han sido destituidos y los generales, están de embajadores en otros países…  ¿Cómo puede ser esto?[xii]

Este año, el senador Juan Manuel Galán, al ver todo esto de los “falsos positivos”, trasladó una comisión del Congreso a Soacha para hablar de la situación.  Pero la congresista Nancy Patricia Gutiérrez, muy afanosamente, dijo en esa reunión:  “Las madres de Soacha están degradando al ejército colombiano”… ¿Será que es así?...  Dolió tanto que ella hubiera dicho eso… porque los que se degradaron fueron ellos mismos…  Y también dijo “es que la ropa sucia se lava en casa”.  ¿Por qué dijo eso?  Yo dije  “La ropa sucia en Colombia no la pudieron lavar, nos tocó mandarla a lavar en otro lado”, porque nos tocó abrirnos internacionalmente, nuestro país no nos escuchó…  entonces vinieron otros países que muy amablemente nos escucharon, y por eso les contamos todo lo que estaba pasando… 

Luego ya comenzó el proceso judicial.  La primera audiencia fue el 14 de mayo del 2009.  Llegamos 16 familias.  A las 9 de la mañana dijeron “la audiencia de hoy es la de Fair Leonardo Porras Bernal”.  Yo dije, “Bueno, aquí voy a saber exactamente qué fue lo que pasó con mi hijo”.

El doctor Emilio, el fiscal del caso, empezó su alegato y ahí me enteré de muchas cosas que no sabía.   Me entero de que la señora que vive al frente de mi casa fue la última persona que vio a mi hijo con vida, a las 10 de la noche del día 8; lo vio ahí en la “Y”, al pie de la casa, él estaba ahí parado…  Dijo la señora:  “Yo llegué de Pereira, a la “Y” de Compartir y ahí estaba ‘Gringo’; él me dijo:  “Señora, ¿le llevo las maletas hasta su casa?” y yo le contesté: ‘Bueno, papito’.  Él coge las maletas, las lleva; yo abro la puerta, él las entra a la sala”.  Ella sacó 2 mil pesos y se los iba a entregar, pero él no se los recibió; le dijo  “No, tranquila, dejemos así”; ella le insistió:  “Papi, recíbamelo que es para la gaseosa”, pero él nuevamente se negó.  Luego ella le dijo:  “Entonces golpéele a su mamá, mire, allá está su mamá parada”, y él contestó:  “No, yo no puedo golpear porque voy a hacer un viaje con un amigo, y mi mamá no me deja”.  Leonardo, después de que salió de la casa de la vecina, se devolvió al sitio en donde estaba; seguro ahí era el punto de encuentro con la persona que se lo iba a llevar.

Después el fiscal dijo que el día 3 de mayo había sido capturado el señor Alex Carretero en Venezuela, y que él había sido el reclutador, uno de los reclutadores, de los muchachos de Soacha.  Parece que él se encuentra con ‘Gringo’ el 8 de enero por la noche y se lo lleva para su casa; allá lo tiene esa noche y parte del 9, hasta que el ejército lo llama y le dice que ya los tiquetes estaban comprados en el terminal.  Alex Carretero confesó que el 9 de enero del 2008, a las 10 y 10 de la noche, llevó a mi hijo al Terminal de Transportes; dijo que “Gringo” se sentó al pie de una señora y que él se había sentado más atrás en la flota; ellos tienen el número del bus, la hora y todo.  El bus sale del terminal a las 10 y 10 de la noche, o sea que llegan el 10 de enero en horas de la tarde a la zona de Ocaña.  Se bajan en la “Y” de Aguachica y ahí se encuentran con un militar, y el reclutador le entrega a mi hijo.  Entonces le pregunta el fiscal:  “Necesito que usted me diga cuánto le pagaron por Leonardo”, Alex Carretero contesta:  “Por el mono de ojos azules me pagaron 200 mil pesos”.  Fue terrible para mí ver que la vida de mi hijo la cambiaron por 200 mil pesos…[xiii]


El militar que recibió a Leonardo iba en una moto negra y lo subió ahí…  Pero le cuento algo, ellos sí se dieron cuenta de que mi hijo tenía una discapacidad, porque mire…  A mí me da la impresión de que hay un soldado que está cooperando con la investigación…  Lo digo porque en la audiencia salió a relucir una declaración de un militar que dijo:  “Nosotros le hablábamos, le dábamos órdenes y él no entendía, no entendía; entonces nosotros lo bautizamos ‘el bobito’ ”.  También salió a cuento que un soldado llamó por teléfono y dijo:  “¿Y qué?  ¿Qué hubo de la mercancía?” y otro soldado le contestó: “¡Ah! ¿Del bobito?... Sí, el bobito ya lo tenemos acá”…  Claro, como mi hijo no identificaba el bien del mal, y para él todos eran sus amigos…  y acá en el barrio él se la pasaba con los de la base militar, entonces ¡fue tan fácil engañarlo!…  En esas conversaciones que cogieron, los militares se referían a él como “el bobito” en todo momento.

Después de eso, el fiscal del caso mostró los reportes que habían entregado los soldados, luego del supuesto combate.  Un soldado dice:  “A las 02 y 24 de la madrugada, hubo un enfrentamiento con 6 narcoterroristas, donde le dimos de baja al jefe de la organización”  y da las coordenadas.  El otro reporte, porque se supone que cada uno de los soldados tiene que dar un reporte de lo que sucede, el otro dice:  “A las 02 y 24 de la madrugada, con las coordenadas en la Vereda La Soledad, de Ábrego, tuvimos un enfrentamiento con 5 narcoterroristas, donde le dimos de baja al jefe de la organización”; el otro pasa el reporte:  “Siendo las 02 y 24 de la madrugada –y otra vez las coordenadas- hubo un enfrentamiento de 10 minutos con 4 narcoterroristas, donde le dimos de baja al jefe de la organización”.  Entonces dijo el fiscal:  “¿Cuál de esos tres reportes es el verdadero?”, ¡ Pues ninguno!, ellos se contradicen porque no había sino una sola persona en el supuesto combate.  Enseguida mostraron una llamada por celular, yo creo que está grabada:  “Mi Mayor, ya la vuelta estuvo hecha, por favor envíenos el millón quinientos que usted nos prometió y ¿cuántos días de descanso nos va a dar?”  Creo que les dieron 15 días de descanso; les llegó una carta de felicitación por haber dado de baja, por haber matado a un jefe de una organización narcoterrorista, y también como que les dieron unos cursos en el exterior.    

Alex Carretero dijo que después del aparente combate, todos ellos se fueron para los prostíbulos a decir la forma en que mataron a mi hijo…  El enfrentamiento con él duró 10 minutos y usaron 480 balas y una granada; o sea, ellos arreglaron todo para que pareciera real…  A lo último  le colocaron el arma en la mano derecha, y botaron un poco de casquillos alrededor del cuerpo de mi hijo, pero no se dieron cuenta de que no eran compatibles con el arma que le habían puesto al cadáver…  La fiscalía ahora tiene que demostrar que mi hijo era zurdo; yo les he colaborado en lo que más he podido, con fotos, con videos incluso, en donde se ve que él cargaba su celular en la parte izquierda…  También tenemos los documentos médicos, el scanner cerebral y todo lo pertinente…

Después de saber todas esas cosas, al verlos cara a cara a ellos, a las personas que mataron a mi hijo, sentí mucho dolor… Yo no sé por qué nos colocan así, frente a frente a ellos, sin poder decir nada…  no se dan cuenta del daño psicológico que nos hacen a nosotros…

En esa primera audiencia, el juez dijo que todos ellos quedaban bajo medida de aseguramiento, pero ellos inmediatamente pidieron una apelación.  La segunda audiencia fue el 24 de junio y pidieron su libertad inmediata, pero les mantuvieron la medida de aseguramiento.  Luego hubo una tercera audiencia, el 28 de julio, y ahí los cinco abogados que tiene el ejército, discuten al juez el asunto de la territorialidad y de la justicia penal militar; o sea, ellos piden que las audiencias continúen en Cúcuta porque allá fueron asesinados los muchachos, y que los procese la justicia penal militar y no la justicia ordinaria.  Nosotros estamos en desacuerdo con eso y exigimos que los juicios sean aquí, en Cundinarmarca, porque los reclutadores comenzaron a delinquir desde aquí, y porque además nosotros no tenemos los recursos para irnos a las audiencias en Cúcuta, además de que por allá podemos correr peligro.  También pedimos que a los implicados los procese la justicia ordinaria.  Lo cierto fue que la juez ¿qué hizo?  Se lavó las manos.    Dijo “la audiencia se cancela y esto se va para la Suprema”.  Mandaron todo al Consejo Superior de la Judicatura para que decida cómo debe seguir el proceso legal.  Entonces se están peleando esas dos cosas y hasta ahí vamos en la parte jurídica.

Todo y nada del futuro

Por mi parte, he comenzado una lucha que tal vez sólo terminará el día de mi muerte.  Para mí es fundamental saber todo lo que ocurrió, hasta el más mínimo detalle.  El día que enterramos a mi hijo, salí del cementerio pidiéndole a él que me mostrara qué era lo que había pasado en verdad…  Cuando llegamos a la casa, todos comieron y se acostaron, porque veníamos demasiado cansados.  Pero yo me quedé en la sala, era la una de la mañana, no me podía dormir y decía…  “Señor, dame la oportunidad de que mi hijo me muestre qué fue lo que pasó”.  Y de pronto fue que yo sentí un miedo terrible, lo sentía desde la palma de mis pies hasta la cabeza, y mi corazón yo lo oía latir…  ¿Usted ha escuchado el latido de su propio corazón?... yo sentía que se me iba a salir; entonces empezó todo el cuerpo a hormiguearme, todo el cuerpo, desde la punta del dedo gordo hasta la cabeza, y mi cuerpo quedó como si no lo sintiera, pero el corazón se me salía, se me salía…  hasta que quedé inconsciente, no sé qué pasó, no sé si ése fue el susto que mi hijo sintió en el momento en que lo iban a matar; yo creo si eso fue así, él pudo haberse muerto de ese susto, porque era terrible…[xiv]

He tenido sueños muy especiales con Fair Leonardo.  Al principio, una vez soñé que yo subía la escalera de la casa y alguien me cogió por detrás y me abrazó; dije “quién es?”, y él dijo “yo, Gringo, mami”; entonces me dio la vuelta; él tenía un vestido de paño y una camisa blanca, blanca, blanca, y una corbata roja; se veía elegante, elegante, elegante…  Bueno, hasta ahí no más lo vi.  Después soñé que yo iba por una calle y lo vi a él al otro lado de la avenida, entonces yo pasé corriendo, lo cogí del brazo y le dije:  “Leonardo, soy yo, soy su mamá, ¿nos vamos para la casa?”; me dijo “No, yo a usted no la conozco”; y yo toda angustiada:  “Pero vea que la familia lo está esperando, vámonos para la casa”; me contestó:  “No, vea, mi familia son todos ellos”, y había una multitud enorme de gente alrededor de él… 
 
Tomada de: primiciadiario.com
Lo cierto es que mi vida ha cambiado muchísimo desde la muerte de Leonardo.  He tratado de aprender muchas cosas que en determinado momento puedan ser útiles para mí, porque uno no sabe en el futuro qué podrá venir.  Ahora mismo estoy haciendo un diplomado con el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.  Me ha tocado también hablar con muchos medios de comunicación, especialmente internacionales…  periodistas de España, de Francia, de México, de Brasil, de Canadá, de Perú, de Filipinas…  y cuando yo doy un reporte, a mí sí me interesa no hablar solamente por mí, sino por todo mi grupo.  Tanto mi hijo como los demás muchachos ya están volando por muchas partes del mundo.

Hemos realizado muchas actividades, movilizaciones, actos simbólicos, misas, de todo…  En Ocaña estuvimos hace poco, cuando se cumplió un año de que nos enteramos de la muerte de ellos.  Allá pedimos que nos dieran una partecita del parque para sembrar 16 árboles, uno por cada muchacho, y colocar una placa con algo alusivo a ellos, para que la memoria siga viva.  También yo fui al Congreso para exigir que hagan algún tipo de memoria de ellos aquí en Soacha, y dijeron que sí era posible, pero todavía no hay en concreto nada.  Pero, como sea, toca hacerlo.

En este momento una de las cosas que más me preocupa es pagar los 8 millones de pesos que tengo de deuda por lo del entierro de mi hijo.  Ya hace un año que nos prestaron esa plata, entonces va siendo como hora de comenzar a pagar eso.  En realidad, para todas las actividades que hay que hacer, comunicaciones por internet, escanear fotos, sacar fotocopias, etc, etc, etc, yo saco de la plata del diario. Mi esposo me dice, “Ahí le dejo lo del mercado”…  Y yo saco de esa plata…  Lo de mi comida me lo estoy gastando en este trabajo…  pero no importa, vale la pena…

Yo estoy dispuesta a llegar hasta el final con todo esto y, como se lo he dicho a los medios, la indemnización de 19 millones de pesos que nos están ofreciendo por nuestros hijos, es una ofensa; yo quisiera tener al frente al Presidente y decirle:  “¿Su hijo vale 19 millones de pesos?  El mío no, porque yo no lo estaba vendiendo”.  Lo que yo quiero es que haya verdad y justicia…  Yo necesito que ellos digan que sí cometieron el error, que lo acepten; y lo primordial para mí es limpiar el nombre de mi hijo.  El país está seguro de que los que mataron eran delincuentes, que se lo merecían…  Yo, yo personalmente, seguiré hasta demostrarle al mundo entero, porque ya la memoria de mi hijo no es mía, es de todo el mundo…  Entonces yo tengo que mostrarle a todo el mundo la honestidad de mi hijo, la inocencia de mi hijo…[xv]

Doña Luz Marina Bernal - Foto tomada de El Espectador

Yo realmente no tengo mucha confianza de que en Colombia se haga justicia con estos casos.  Sí confío en el fiscal que está llevando el caso, porque él me dijo:  “Confíe en mí, que yo a su hijo lo llevo en el corazón”.  Él tiene casos importantes, el de la hermana de Gaviria, el de Luis Carlos Galán y el de Fair Leonardo, por eso yo sé que él está comprometido con la verdad; pero como el caso no lo decide solamente él…  Depende como siga esto, porque si aquí no se hace justicia, nos vamos para la Corte Penal Internacional; es que además muchos de estos soldados dicen que estaban recibiendo órdenes, pero todavía no se sabe de quién.

Por ahora, estamos esperando el informe final de Philip Alston, el relator de la ONU…   Cuando él vino, muy gentilmente nos dieron la oportunidad de sacarnos de la agenda de él, pero por buenas fuentes nos avisaron; me llamaron y me pusieron al tanto.  Yo quisiera saber quién fue el que nos sacó de la agenda de ese señor...  Pero logramos, acá en la Personería, redactar una carta ligero y enviarla, y él nos dio el espacio el 17 de junio, en las instalaciones de MINGA.  Él nos escuchó a una por una y dijo que en unos meses iba a dar el informe final.  Sin embargo, como está todo, para lo que vamos es para tener que acudir a la Corte Penal Internacional, porque en Colombia es muy difícil que se haga justicia.

Hace poco estuvimos en un desayuno con los altos mandos militares y ellos llegaron ofreciéndonos trabajo, ofreciéndonos cosas…  Pero lo que nosotros esperábamos, desde hacía un año, es que ellos llegaran, con el Ministro de Defensa, con Iguarán, con el Presidente, que hubieran estado ahí…  Que dijeran  “Vean señoras, no podemos decirles que lo sentimos, el dolor de ustedes es tan grande… pero aquí estamos, vamos a llegar hasta el fondo de esto, cuenten con nosotros”; eso era lo que nosotros esperábamos, y nunca llegó…

A veces he sentido miedo.  Yo vivo prácticamente sola en mi casa… sola, sola…  y únicamente digo:  “Señor, tú sabes que si tengo que morir en esta causa, moriré”.  Yo creo que mi trabajo hasta ahora va a empezar.  Pienso que va a haber un andar muy largo todavía.  Yo seguiré en la lucha, y hasta donde yo pueda, y las otras mamitas me lo permitan, hablaré de cada uno de los muchachos… Yo, yo, yo, Luz marina Bernal, no me voy a callar, en ningún momento me voy a callar, y seguiré diciendo siempre la verdad de lo que pasó.

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ADENDA 1:  Doña Luz Marina Bernal es una de las 16 mujeres que componen el colectivo conocido como “Las madres de Soacha” o “Las madres de octubre”.  Al momento de concluir este trabajo ella reporta haber recibido amenazas anónimas contra su vida y la de sus hijos, después de que el Consejo Superior de la Judicatura ordenara que los procesos por las ejecuciones de civiles por parte de las Fuerzas Armadas, conocidas como “falsos positivos”, se mantengan en la competencia de la justicia ordinaria.  

Actualmente la Fiscalía General de la Nación adelanta más 1.200 investigaciones relacionadas con este delito, con base en denuncias hechas en 13 departamentos de Colombia y que involucran a más de un millar de uniformados, de los cuales 48 están a punto de ser llamados a juicio por el caso de Soacha.  En lo corrido de 2009 se han denunciado 4 nuevas víctimas en diferentes partes del país.

Hasta el momento, ninguna prueba compromete al gobierno central, ni a la cúpula de las Fuerzas Armadas de Colombia.

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ADENDA 2: En el año 2012, el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Cundinamarca emitió el fallo en el juicio llevado a cabo por la desaparición y muerte de Fair Leonardo Porras. La parte resolutiva determina, entre otros aspectos:

- Condenar al Mayor retirado del Ejército Marco Wilson Quijano, a una pena de 51 años de cárcel por los delitos de desaparición forzada en concurso con homicidio agravado.
- Condenar al Teniente del Ejército Diego Aldair Vargas Cortés a una pena de 52 años de cárcel por los mismos delitos, además de falsedad ideológica en documento público.
- Condenar al Cabo Segundo del Ejército Carlos Manuel González Alfonso, a una pena de 35 años por ser coautor del delito de homicidio agravado.
- Condenar al Soldado Profesional del Ejército Richard Ramiro Contreras Aguilar, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de homicidio agravado.
- Condenar al Soldado Profesional del Ejército Ricardo García Corzo, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de homicidio agravado.
- Condenar al Soldado Profesional del Ejército Carlos Antonio Zapata Roldán, a una pena de 35 años de cárcel por ser coautor del delito de homicidio agravado.

En agosto de 2013 el Tribunal Superior de Cundinamarca otorgo al homicidio de Fair Leonardo Porras la categoría de "Delito de Lesa Humanidad". Aumentó las penas de 35 a 55 años de cárcel para los soldados profesionales y cabo segundo implicados en los hechos.



[i] Tenía los ojos  azules. Azules como una gota de aceite de menta suspendida en un mar tranquilo.  Ojos bellos, ojos buenos.  Niño de pan y leche, aferrándose a la vida y avanzando desde el dolor hasta la incertidumbre…


ii Abrazado a tu cuerpo como el tronco a su tierra,/ con todas las raíces y todos los corajes,/¿Quién me separará, me arrancará de ti?, / Madre”  -Miguel Hernández- 


[iii] En mi tiempo primero, el viento se dormía y no cesaba de nevar.  Solos, el frío yo, mirábamos al cielo desaparecer.  Solos, el frío y yo, nos arrullábamos en la más tierna oscuridad.


[iv]  “Todo Sol oculto / Toda fuente de los espejos en el fondo del agua/ Todo espejo de los espejos rotos/ Un rostro en las balanzas del silencio/ Un guijarro entre otros guijarros/ Por las frondas de los últimos resplandores del día/ Un rostro semejante a todos los rostros olvidados”  -Paul Eluard-


[v] De mí se dirá una huella sin hombre.  Aprisionado en mi silencio soñará mi ayer.  ¿Quién escuchará estas hogueras, estas cenizas?  ¿Quién dirá que sí estuve aquí?


[vi]   “Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi / esta tarde lavando en el río./ 
Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre/ este río negro de tu ausencia.”  -Dulce María Loynaz-
 

[vii]   Huracanes de silencio me acecharon desde sus secretos.  Todos los mares se extendieron sobre la tierra, mantos de oscuridad infinita me besaron en su noche eterna.  La bestia me miró a los ojos desde su más insidiosa soledad….


[viii] La verdad es un rebaño de tedios, pastoreados con cautela hacia un abismo.  La verdad…  pobre huérfana de la palabra.  La verdad…  Ese rostro imposible de la vida.


[ix]   Y las fieras apurarán el paso, ante el rumor de mi carne destrozada.  Mi sangre será su sed, y mi miedo su alimento.  Sus pies pisotearán una piedra, y otra, y otra…  Señalarán el retorno hacia mi voz…


[x]   Vestido de tierra, soporto tus gritos a lo lejos.  Tiemblo.  En el campo no luchado abandonaste mis heridas.  Tu odio me incrimina, me absuelve;  me trae de nuevo desde la espesura del olvido.


[xi]  “Silencio que naufraga en el silencio  / de las bocas cerradas de la noche. / No cesa de callar ni atravesado. / Habla el lenguaje ahogado de los muertos.”  -Miguel Hernández-


[xii]   Tus palabras caen sobre mi cuerpo, como una tormenta de alfileres.  Me confinan al destierro, en un océano de ojos.  Tu voz, prisión de mi abandono.  Tu dedo, la llaga en mi memoria.


[xiii]   “Yo no quiero más que esa mano / para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía. / Yo no quiero más que esa mano / para tener un ala de mi muerte.”  -Federico García Lorca-


[xiv]   En esa fiesta brindaste por mi nombre, y yo era el vino.  Ese calor que corría por tu cuerpo, era yo, en mi viaje definitivo hasta tu sangre.  Voy a dormirme entre tus venas; voy a despertar en tus insomnios…



[xv]  “ Disipa el día, / Muestra a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia, / Quita a los hombres la posibilidad de distraerse, / Es duro como la piedra, / La piedra informe, / La piedra del movimiento y de la vista, / Y tiene tal resplandor que todas las armaduras y todas las máscaras / quedan falseadas. / Lo que la mano ha tomado ni siquiera se digna tomar la forma / de la mano, / Lo que ha sido comprendido ya no existe, / El pájaro se ha confundido con el viento, / El cielo con su verdad, / El hombre con su realidad.”  -Paul Eluard-.

1 comentario:

  1. Increíble... En realidad, poco para decir... La realidad supera a la ficción... Excelente escrito, excelente historia... Un sentido abrazo, desde la distancia, para Luz Marina y Fair Leonardo...

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